* Avance del artículo que podréis leer en VOLATA#35
A lo largo de mi carrera deportiva, siempre he sido un ciclista que ha buscado meterse en escapadas, para ser protagonista y encontrar mis oportunidades siendo consciente de mis características y mi personalidad. El ciclismo de ataque siempre ha sido una de mis mayores motivaciones, sin embargo, para La Vuelta tengo una razón extra para fugarme: por cada kilómetro que esté escapado, voy a contribuir con un árbol en el proceso de reforestación del Parque Nacional de Sierra Bermeja, en Estepona, muy cerca de mi casa, en Marbella.
En octubre de 2021, un fatídico incendio arrasó casi 9.581 hectáreas de una zona de alta riqueza ecológica y única en el mundo por su ubicación fronteriza entre el Mediterráneo y el Atlántico que ha sido uno de los peores de la historia contemporánea de España. Además, obligó a desalojar a 3.000 personas, un bombero falleció y se tardó un mes y medio en darlo por extinguido. Este 2022, se han vuelto a calcinar 4.000 hectáreas más. Otro desastre medioambiental que se suma a la ola global de incendios, que cada vez queman con más virulencia. Lo que estamos viviendo es una muestra de que el cambio climático es algo que hay que afrontar ya, sin dilaciones. Así que, ¡qué mejor excusa para intentar meterme en las fugas! Os confieso que este reto es uno de los más bonitos de mi vida como deportista profesional.
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El ciclista marbellí durante la presentación del proyecto de reforestación (Foto: archivo Euskaltel Euskadi)
Los que practicamos ciclismo somos afortunados, porque es un deporte que nos permite tener contacto muy directo con nuestro entorno y tomar consciencia de la importancia de cuidarlo y preservarlo. Somos una de las disciplinas que más le debemos a la naturaleza, porque es nuestro terreno de juego. Siempre digo que tenemos el mejor estadio del mundo: hoy es Barcelona, mañana, Cádiz y el otro Utrecht, como ha sido en el inicio de esta La Vuelta 2022.
A principios de agosto me encontraba entrenando en el Centro de Alto Rendimiento de Sierra Nevada, cuando se me ocurrió la idea de la reforestación y llamé de inmediato a Javier Guillén, director de La Vuelta, para contársela. Le pareció una idea extraordinaria y desde el primer minuto puso toda su maquinaria al servicio de esta propuesta. Ese mismo día, también llamé al alcalde de Estepona, José María García Urbano, y se puso manos a la obra.
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En pocas horas, esa idea que nació de una inquietud personal, tomó forma muy rápido. Al día siguiente, la presentamos públicamente y, desde entonces, se ha producido una ola abrumadora de gente que quiere colaborar: personas a nivel individual, asociaciones, empresas, gente que quiere comprar un árbol, gente que quiere venir a plantar. Incluso he hecho entrevistas para medios extranjeros como Le Monde o la BBC. Está teniendo mucha repercusión y, de hecho, ese era el objetivo: aprovechar el marco de la Vuelta Ciclista a España, que es un acontecimiento que trasciende lo meramente deportivo, para hacer llegar este mensaje a cuanta más gente mejor.
Luis Ángel Maté durante la clásica Jaen Paraíso Interior (Foto: Sprint Cycling)
Me sentía con la obligación de actuar, de hacer algo. No estaba tranquilo viendo cómo se quemaba mi casa y observando hacia donde van derivando las cosas. Porque las montañas de la Sierra Bermeja es nuestra casa y siempre he creído en la responsabilidad personal: cada uno de nosotros tenemos esa responsabilidad de cuidar y proteger esa casa. Las generaciones futuras se merecen que le dejemos un legado justo, o, por lo menos igual sino mejor, que el que nosotros hemos recibido.
¡Deseadme suerte en la fuga!
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Foto cabecera: archivo Euskaltel Euskadi