Estaba siendo una edición anómala y anodina de la Vuelta al País Vasco, alejada de su naturaleza entre cerros empinados, carreteras estrechas y terreno rompepiernas. Las caídas y la tensión habían empañado el inicio de la prueba y, por desgracia, la cuarta etapa se ha convertido en el peor capítulo de esta historia. Una de las curvas del descenso del puerto de Olaeta ha sido el escenario de una grave caída en la parte delantera del pelotón. Entre los implicados, los tres grandes nombres de la edición: Jonas Vingegaard, Primož Roglič —el líder hasta el momento— y Remco Evenepoel. Los tres han abandonado.
El goteo de partes médicos por parte de los equipos es desolador. El danés del Visma-Lease a Bike, que fue evacuado en camilla, sufre una rotura de clavícula y varias costillas; el belga del Soudal-Quick Step, rotura de clavícula y escápula derecha; el australiano Jay Vine, del UAE Team Emirates, es el que ha sufrido la peor parte con una fractura del cuerpo vertebral cervical y dos de la columna torácica. Por suerte, sin consecuencias neurológicas. El lugar de la caída y la falta de protección teniendo en cuenta la presencia de una acequia y la sucesión de piedras amplificaba las consecuencias.
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Horas después, el equipo TotalEnergies confirmaba también las lesiones del belga Steff Cras, con un pneumotorax derecho, varias costillas rotas y dos fracturas vertebrales dorsales. Más tarde hacia lo propio el conjunto EF Education-Easy Post en un comunicado en el que explicaba que Sean Quinn sufrió una conmoción cerebral durante la caída, así como una fractura del esternón. Por su parte, el eritreo Natnael Tesfatsion (Lidl-Trek) tiene varias contusiones y abrasiones, mientras Roglič se ha montado en el coche del BORA-Hansgrohe con cara de zozobra —era la segunda caída en días consecutivos— y alivio ante la aparente inexistencia de lesiones.
Entre el ruido de las redes sociales, Mikel Bizkarra trataba de dar una explicación a lo sucedido: “En esa carretera hay un montón de raíces de los árboles por debajo del asfalto que hace que la carretera sea muy ‘botona’. A la vista no se aprecian pero sin darte cuenta vas dando botes y si no llevas el manillar bien agarrado es "fácil" salir por los aires”. El ciclista del Euskaltel-Team, que no estaba participando en la carrera, es conocedor del terreno al ser una de sus zonas habituales de entrenamiento.
En la misma línea se refería en meta Mikel Retegi, del Equipo Kern Pharma: “La curva de la caída estaba un poco rota y botaba la bici. He entrado al límite unos segundos antes y he tenido un pequeño susto”. De hecho, en ese mismo punto uno de sus compañeros en fuga, Mathieu Burgaudeau, también ha perdido el control de la bicicleta y se ha marchado largo aunque ha podido reincorporarse tras una travesía. Tanto el francés como el navarro han disputado el triunfo de etapa —que finalmente ha sido para Louis Meintjes— tras la neutralización de la etapa y la decisión de los jueces de que los seis fugados se jugaran la victoria en Legutio sin tiempos para la clasificación general.
El desconocimiento del mal estado de la carretera, la señalización insuficiente en un punto crítico y la velocidad del pelotón ha sido el caldo de cultivo para un desenlace fatal. En estas situaciones, escuchar las voces de los actores principales es fundamental para conocer matices a los que es complicado llegar desde una retransmisión televisiva. El vizcaíno Pello Bilabo hablaba con sensatez al finalizar la etapa e invitaba a reflexionar sobre si sería necesario replantearse la manera de competir. “Quizá los propios ciclistas somos los que creamos el peligro. El asfalto en esa curva está botoso por unas raíces y si había una curva que reseñar era esa, pero aun así opino que hemos entrado a mucha velocidad”, sostenía haciendo balance de lo sucedido mientras reconocía que marchaba por detrás abrumado por la rapidez.
Cuando todavía nos encontrábamos en proceso de asimilar lo ocurrido, la quinta jornada se ha convertido, de nuevo, en una losa anímica con una nueva caída. En este caso, los implicados han sido Gonzalo Serrano y Pelayo Sánchez, del Movistar Team, y Mikel Landa y su compañero Gils Gelders. Los cuatro se han visto obligados a abandonar la carrera, pero mientras el belga sufría una pequeña brecha en la barbilla sin consecuencias graves, el alavés tuvo que marcharse en camilla. Poco después, las malas noticias sobre el estado de Landa se confirmaban cuando el Soudal-Quick Step confirmaba la rotura de clavícula.
Collarbone fracture for @MikelLandaMeana after the crash in which he was involved on the penultimate stage of #Itzulia2024.
— Soudal Quick-Step Pro Cycling Team (@soudalquickstep) April 5, 2024
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Photo: @GettySport pic.twitter.com/a17zvAM5Xj
¿Y ahora en qué punto queda la Itzulia?
La caída de Olaeta no solo tiene implicaciones en esta Vuelta al País Vasco, sino que también puede condicionar el resto de la temporada entre tres de los principales candidatos al Tour de Francia. Pero en el contexto particular de la prueba vasca, las dos jornadas finales se adentraban en un terreno complejo de gestionar y que ha perdido parte del atractivo. Además se produce en un momento en el que la carrera comenzaba a ganar el protagonismo montañoso habitual en Euskadi con el regreso de la subida a Urkiola camino de Amorebieta en la quinta jornada —en la que se ha impuesto Romain Grégoire— y la dureza intrínseca de la etapa en las inmediaciones de Eibar.
Mattias Skjelmose, que no quiso enfundarse el maillot en el podio de Legutio en señal de respeto por los compañeros implicados en la caída, es el nuevo líder de la Itzulia. El danés del Lidl-Trek buscará defender los escasos dos segundos de renta con respecto a Maximilian Schachmann, los cuatro con Juan Ayuso o los seis que le separan del francés Kévin Vauquelin (Arkéa-B&B Hotels). La carrera adquiere un narrativa diferente en un escenario gris que ha variado de forma dramática los actores protagonistas.
La general se encuentra extremadamente comprimida, pues más allá de los segundos entre las posiciones del podio, hasta veinte corredores se encuentran en menos de un minuto. Esa incertidumbre, en un ambiente dominado por las exhibiciones, no llega de la forma deseada, pero abre un abanico de posibilidades en la etapa final. Todo se jugará en Eibar. La jornada definitiva no cuenta con la venerada ascensión a Arrate, pero mantiene la idiosincrasia de un terreno que acumula muchos metros de desnivel positivo con puertos cortos y porcentajes elevados.
El bloque central, en el que se encadenan Krabelin (5 km al 9,5%), Trabakua (3,3 km al 6,9%) e Izua (4,1 km al 9,1%), así como pequeños repechos en el centro de la ciudad armera por encima del 11%, parece el lugar indicado para atacar teniendo en cuenta que la organización ha apostado por un final más “suave” con el tendido Urkaregi (5 km al 4,6%) como plato final a 13 kilómetros de meta.
*Texto modificado tras la finalización de la quinta etapa de la Itzulia en Amorebieta
Foto de cabecera: Naike Ereñozaga