La novena etapa, la última sobre terreno asturiano antes de la jornada de descanso, mantendrá el estilo de puertos cortos, en algunos casos muy exigentes y con cierta sensación de encadenamiento antes de finalizar en Les Praeres. Esta ascensión, incluida por primera vez en la Vuelta de 2018 —con victoria para Simon Yates— cuenta con 3,8 km y una pendiente media del 13%, llegando a acercarse al 20% en varios tramos. La carretera estrecha durante toda la subida adquiere aún mayor dureza en la parte final, donde los ciclistas deberán abrirse paso a través de un piso de hormigón, aunque en buen estado.
Recorrido de la 9ª etapa: Villaviciosa- Les Praeres (171,4 km)
El inicio será relativamente tranquilo durante los primeros 48 kilómetros, al menos en cuanto a complicaciones orográficas. La carrera transcurrirá paralela a la costa del Mar Cantábrico camino de Nueva antes de adentrarse hacia el interior y comenzar un itinerario marcado por la ascensión de cinco puertos. El Alto del Torno (7,6 km al 6%) se convertirá en la puerta de entrada a esta fase de la jornada. Con los Picos de Europa como testigo en el margen izquierdo, los ciclistas recorrerán el reconocido valle hacia Cangas de Onís antes de afrontar la ascensión al Mirador del Fitu.
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Se trata del puerto más completo del día, tanto por su longitud, nueve kilómetros, como por sus porcentajes, muy constantes en torno al 7,5% salvo pequeñas variaciones más suaves que se entrelazan con rampas que superan de forma esporádica el 10%. El descenso desde esta vertiente no será excesivamente técnico camino del Alto de la Llama (7,1 km al 5,1%) y el posterior ascenso bonificado a La Campa (9,3 km al 4,1%). A partir de ese punto se abre un periodo de relativa calma antes de afrontar la durísima subida final a Les Praeres.
En poco menos de 4 kilómetros se ascienden más de 500 metros de desnivel con una pendiente media que ronda el 13%. Es un puerto ‘in crescendo’, que comienza con rampas del 12% para ir aumentado de manera sostenida el porcentaje, a través de una carretera estrecha, hasta alcanzar un 16% de manera constante. Un pequeño descanso previo al paso por la pancarta de la flame rouge servirá para bajar las pulsaciones y los niveles de ácido láctico antes de afrontar un último kilómetro que vuelve a ser verdaderamente exigente sobre piso de hormigón y una rampa que llega hasta el 24%. Un auténtico muro en el que los ciclistas deberán retorcerse para hacer avanzar sus bicicletas.
Favoritos
El único precedente histórico en Les Praeres sirve de referencia para entender cómo podría desarrollarse la etapa. En aquella ocasión, hubo mucha igualdad entre los implicados en la general, ya que conseguir diferencias en unos porcentajes tan desorbitados es simplemente una tarea muy compleja. Es por ello que esta jornada no parece crucial, a priori, para la batalla por el maillot rojo. Sin embargo, el último kilómetro cuenta con los ingredientes suficientes para que en la línea de meta pueda haber distancias más o menos holgadas con aquellos ciclistas cuyo ‘rush’ final no es su especialidad.
En este sentido, parece una etapa propicia para que los favoritos a la general disputen también la victoria de etapa en un esprint más que reducido. Un ciclista que domina este tipo de llegadas es el esloveno Primoz Roglic (Jumbo-Visma). Debe recuperar terreno si quiere optar a revalidar por cuarta ocasión su título, por lo que una de sus mejores armas siempre ha sido las bonificaciones obtenidas a través de triunfos en jornadas de este estilo.
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La naturaleza explosiva de este final también permite pensar en un corredor como Simon Yates (Team BikeExchange), hasta ahora único ganador en esta cima. Tampoco se debe descartar de la ecuación a corredores como Sergio Higuita o Jai Hindley (Bora-Hansgrohe), Joao Almeida o Juan Ayuso (UAE Team Emirates).