Seis escasos segundos marcaron la diferencia entre Primož Roglič y Remco Evenepoel en la pasada edición de la Volta a Catalunya; dieciséis entre Higuita y Carapaz en 2022; catorce entre Miguel Ángel López y Adam Yates en 2019; siete segundos entre Nairo Quintana y Alberto Contador en 2016; o los cuatro que otorgaron el triunfo a Richie Porte frente a Alejandro Valverde en 2015. La ronda catalana siempre se ha definido por una distancia exigua, especialmente en una última década donde tan solo en 2017 —con victoria para Valverde— hubo una ventaja superior al minuto (1’03”) entre el primer y el segundo clasificado.
Sin embargo, Tadej Pogačar no entiende de antecedentes. Las precoces etapas pirenaicas sirvieron de trampolín para que el esloveno consolidara una diferencia cercana a los dos minutos y medio; y tres con el tercero. Si en Tirreno-Adriático fue Jonas Vingegaard quien desplegó un catálogo de exhibiciones en montaña, en Catalunya está siendo el de UAE Team Emirates quien también ha querido dejar su sello particular. No se verán las caras hasta el próximo 29 de junio en Florencia, pero la sensación es que cada carrera en su camino hacia el Tour de Francia se convierte en un órdago envenenado desde la distancia en su duelo por el maillot amarillo. Y este año Pogačar llegará a la ronda gala tras debutar en el Giro d’Italia.
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Retomando el contexto exclusivo de La Volta, el esloveno no quiso esperar a la etapa reina en el berguedà para certificar todos los pronósticos que le apuntaban como el máximo favorito en esta 103ª edición de la ronda catalana. Bajo unas condiciones climáticas extremas, con lluvia, granizo y mucho frío en Vallter 2000, Pogačar asestó un golpe a seis kilómetros de meta que tan solo pudimos ver a través del importante trabajo documental de los fotógrafos. Mientras la señal de televisión impedía disfrutar de los detalles, el esloveno navegaba sobre la humedad de la carretera incrementando exponencialmente la distancia.
Momento en el que João Almeida y Marc Soler preparan el movimiento de Tadej Pogačar en medio de la tormenta en Vallter 2000 (Foto: Volta a Catalunya)
El guión se repitió en Port Ainé, aunque la narrativa del relato fue diferente. La victoria volvió a recaer sobre el ciclista del UAE Team Emirates en una jornada que se encargó de endurecer el Soudal-Quick Step en favor de Mikel Landa. El alavés fue el mejor del resto en Vallter y en la estación de esquí del Pallars Sobirà refrendó esas buenas sensaciones. Landa derrochó una buena dosis de tesón cuando trató de sostener la explosividad implacable de Pogačar en un ataque improvisado y efectivo. A medida que la nieve de la cima se abría paso, el fuego interno que despierta la irracionalidad del “Landismo” se lamentaba que fuera este año el que el esloveno hubiera escogido para debutar en La Volta.
Es cierto que nunca antes se habían creado tantas diferencias en las primeras etapas, pero la carrera todavía tiene mucho que ofrecer. Este sábado La Volta ha preparado un atractivo recorrido por la comarca del berguedà con más de 4.000 metros de desnivel en poco más de 150 kilómetros. Era un clamor popular que el potencial de este inexplorado territorio regresara a la ronda catalana tras su última aparición en la década de los sesenta.
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Se trata de una combinación de resistencia y explosividad con el encadenado de hasta cinco ascensiones: Coll de la Batallola (11,6 km al 3,2%), Collet de Cal Ros (10,1 km al 4,2%), Coll de Pradell (14,6 km al 7,1%) —que se estrena en el ciclismo profesional—, la Collada de Sant Isidre, con rampas de hasta el 9%, y la ascensión final al Santuari de Queralt (6 km al 7,3%). La jornada reúne todos los ingredientes y las condiciones para convertirse en uno de esos días señalados para la épica.
El pelotón durante el recorrido neutralizado de la cuarta etapa en Sort (Foto: Volta a Catalunya)
La ruta se ha diseñado con la sutileza de un cirujano y la historia ha sido un juego de malabarismos que esta misma semana ha tenido su último capítulo. El inicio de la retransmisión televisiva dejaba fuera de la ecuación el ascenso al icónico Coll de Pradell. La cuestión de avanzar el horario de la señal —en manos de ASO— ha estado sobre la mesa durante toda la semana y las negociaciones con La Volta se han llevado con discreción. Ambas partes eran conscientes de que la exposición mediática de Pradell en la retransmisión era importante. Finalmente, todos los aficionados al ciclismo podrán disfrutar de la parte final de un puerto en el que es posible que comiencen a desatarse las hostilidades.
El liderato parece una cuestión inamovible, que incluso el propio Pogačar podría seguir agrandando con una nueva exhibición camino de Queralt. Sin embargo, las plazas del podio siguen manteniendo esa esencia incierta de la Volta a Catalunya. Entre Mikel Landa (2º, +2’27”) y João Almeida (10º, +3’52”) hay poco más de un minuto y medio de diferencia. Intercalados, ciclistas como Aleksandr Vlasvo (3º, +2’55”), Lenny Martínez (4º, +3’21”), Chris Harper (5º, +3’22”), Enric Mas (6º, +3’24”), Sepp Kuss (7º, +3’31”), Wout Poles (8º, +3’31”) y Egan Bernal (9º, +3’50”) buscarán acompañar al esloveno en el podio de Barcelona.
Esa configuración será completamente diferente tras el desarrollo de la sexta jornada en el berguedà. Aún así, no será la última oportunidad, pues el desenlace se dibujará sobre uno de los pulmones verdes de la ciudad condal. En el habitual horario matutino, con el final previsto en torno a las 14:00 horas del mediodía, el pelotón se adentrará en el tradicional circuito de Montjuïc. En total, seis vueltas protagonizadas por la estrecha y dura subida al Castillo de Montjuïc (3,5 km y máximas que superan el 14%) antes del rápido descenso bordeando el Estadio Olímpico y culminando en la Font Màgica. Un final de fiestas que encumbrará a Tadej Pogačar, pero que todavía cuenta con matices por definir.
Foto de cabecera: Volta a Catalunya