No nos engañemos, una se hace periodista para poder entrevistar algún día a sus ídolos o a esos personajes que a una le causan fascinación, curiosidad o intriga. Conversar, interactuar con ellos para conocerlos mejor, saber o intuir cómo funciona su mente. Es un género periodístico que parece contener más verdad que otros formatos, porque nos da la sensación de que es la prueba de un testimonio, una ventana hacia algo auténtico en el que se mezcla la parte pública con la parte privada del personaje entrevistado
Imagen de la entrevista mantenida con Eusebio Unzué en su despacho para el número 31 de VOLATA (Imagen: Markel Bazanbide)
Como dice la socióloga Leonor Arfuch en su libro La entrevista, una invención dialógica, en la conversación se “entrevé una verdad en la fugacidad del decir”. En el diálogo, hay que saber cazar las cosas al vuelo, a veces leer entre líneas, entender los silencios. En ese intercambio entre entrevistador y entrevistado, el primero tiene la misión de desmontar la coraza del segundo para conseguir atrapar esas verdades, y este último, no bajar la guardia demasiado, por si acaba desnudándose demasiado. Siempre hay un tira y afloja, una estrategia, una lucha de egos. Una preciosa y también estratégica lucha de egos.
Una siempre sueña en poder tener tiempo ilimitado con esos personajes para desgranarnos, tal como hacían los periodistas de antaño en aquellas entrevista eternas en las que se podía hablar de todo. Los tiempos modernos han cambiado todas estas dinámicas, y, ahora, las prisas, las restricciones y la celosía por tener el control de todo hacen que esa posibilidad sea remota, pero no imposible. En VOLATA nos gusta poder tener conversaciones reposadas y cuando solicitamos hablar con algún ciclista intentamos que al menos nos concedan 30 minutos. No siempre es posible, pero somos tercos y creemos que olvidarse del reloj es la mejor manera de conseguir contenidos interesantes.
¿Cuántas entrevistas habremos hecho en VOLATA a lo largo de estos años? Sería complicado dar una cifra exacta, pero podemos elucubrar, sin equivocarnos mucho, que al rededor de unas doscientas. Las hemos hecho en todo tipo de condiciones: en rueda de prensa, en la línea de meta de una carrera, en los bares de los hoteles, dentro de un coche, por teléfono, por email, y, en los últimos tiempos, por Zoom o cualquier otro sistema de videollamada. A veces, los entrevistados se han sincerado (o lo parecía) y han tenido ganas de hablar; a veces, han sido duros huesos de roer y no iban más allá del monosílabo. Algunas entrevistas no las hemos llegado a publicar, porque no estábamos contentos con el resultado o porque creíamos que nos habían dado gato por libre. Como una vez que recibimos unas respuestas por escrito a un cuestionario que nos hicieron sospechar que no habían sido hechas por el entrevistado. Quizás nos equivocamos, pero decidimos no publicar aquella entrevista.
Sin duda, vamos acumulando experiencia en este género periodístico que nos fascina y al que dedicamos este número de VOLATA. En él, recogemos algunas de las conversaciones que hemos mantenido en las últimas semanas con grandes nombres como Anna van der Breggen —que ocupa la portada de la revista en una ilustración de Ivan Floro—, Eusebio Unzué, Nairo Quitana. Jean-Paul Mellouët —creador de la Tro Bro León—, el corredor del EF Magnus Cort Nielsen —uno de los ciclistas más destacados de la pasada Vuelta a España—, y el constructor Legor, entrevistado por Juan Antonio Flecha. Sin faltar al resto de los contenidos habituales, como una ruta gravel por la zona de L’Albufera de Valencia.
Además, hemos realizado dos episodios especiales en nuestro podcast dedicados a la entrevista: uno con Juan Carlos García —la moto de La Vuelta en TVE— y la periodista mexicana Goga Ruiz, sobre el oficio de entrevistar; y otro con Ivan García Cortina y Carla Nafría, alrededor de la vida ciclista.
Conversar, conocer y explorar sin más pretensión que la de haber intentado capturar esa fugacidad del decir, esa verdad de las palabras cazas al vuelo y rendir homenaje a este género que nos fascina. Y, por qué engañarnos, nos permite seguir cumpliendo nuestros sueños.