"El ciclismo ha sido un juego desde que empecé a montar en bicicleta, y lo sigo disfrutando igual", decía Tadej Pogačar después de alzar los brazos en Luz Ardiden y convertirse en el primer corredor de la historia del Tour de Francia en ganar dos llegadas en alto consecutivas vestido con el maillot amarillo. El esloveno remata como hizo en el Col de Portet y sonríe sabiéndose amo y señor de los Pirineos, igual que jugaba con los fotógrafos mientras empezaba a sentenciar la carrera en los Alpes la primera semana.
Pogi no regala nada: con su triunfo también se mete en el bolsillo el maillot de la montaña que llevaban días batallando, fuga tras fuga, corredores del nivel de Wout Poels, Michael Woods o Wout Van Aert. Sin embargo, a diferencia de otros ganadores natos, el esloveno no transmite ni arrogancia ni despierta la antipatía de los grandes tiranos. La nueva perla del ciclismo mundial disfruta, juega con su superioridad y va haciendo cada vez más cómodo su trono de nuevo dominador generacional con la ambición ingenua que solamente se puede tener a los veintidós años.
Pogačar, rendido, después de conseguir la victoria en Col du Portet en la etapa 17 del Tour de Francia (imagen: ASO)
Una precocidad sin precedentes
A una edad en la que Miguel Indurain ganaba el Tour del Porvenir, Alberto Contador justo empezaba su segunda temporada de profesional con la ONCE o Chris Froome descubría sus primeras carreras en Europa con el modesto Konica Minolta sudafricano, el esloveno cuenta ya con un palmarés con el que muchos pasarían a la historia. El que parece su principal rival generacional, su compatriota Primož Roglič, a su edad ni siquiera sabía lo que era competir en bicicleta a un nivel semiprofesional. Tuvo su primer contrato profesional en 2013 con Adria Mobil, con veintitrés años camino de los venticuatro, tras una primera etapa como saltador de esquí de alto nivel.
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"El juego" está llevando a Pogačar camino de su segunda victoria consecutiva en el Tour de Francia, con un hambre de victoria inusual. Si logra ganar la contrarreloj final del sábado, sumaría diez triunfos de etapa en grandes vueltas (en solamente tres participaciones: suma ya seis en los dos últimos Tours a las tres de su debut en la Vuelta a España de 2019, donde subió al tercer cajón del podio final en Madrid). Y, si miramos adelante, no parece verse nada que pueda frenar su progresión, eso sí, en una generación ya de por sí precoz. Su predecesor en el título absoluto del Tour de Francia, el colombiano Egan Bernal, ya había sido el ganador más joven de la era de la moderna de la carrera a sus veintidós años de entonces.
El esloveno mira a sus contrincantes, Vingegaard y Carapaz, tras atacar para ganar en la cima de Luz Ardiden (imagen: Thomas Sanson / Getty)
Los ciclistas totales
Las cifras y la regularidad de la nueva estrella del ciclismo son abrumadoras, encadenando temporadas enteras sin bajar de los puestos de honor en cualquier tipo de terreno. Va engrosando su palmarés conquistando carreras históricas como la Tirreno-Adriático, que ganó con exhibición incluida este 2021, y, por supuesto, clásicas como la Lieja-Bastoña-Lieja, son la prueba de su polivalencia. Desde Bernard Hinault en 1980, el vigente ganador del Tour de Francia no se hacía con la victoria en La Doyenne. Antes, solamente lo habían logrado el suizo Ferdi Kübler (1951) y el todopoderoso Eddy Merckx, en cuatro temporadas diferentes. Ahora Pogačar lleva dos años consecutivos en el podio.
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Escalador, contrarrelojista, rápido y con olfato, el ciclista del UAE Team Emirates hace recordar estilos de los dominadores a los que empieza a retar en las estadísticas. Aunque, como decíamos en los primeros días: ¿qué clase de corredor es Wout Van Aert? ¿O no transmite esta misma polivalencia otra estrella emergente como Remco Evenepoel? Pogačar sigue su juego y el ciclismo sonríe al ver cómo encabeza una generación de ciclismo total al que todavía le quedan muchas páginas por escribir.