Correr por sensaciones. Un concepto que recuerda a una práctica de antaño, a esos momentos en los que los ciclistas eran capaces de recurrir a la intuición, sin potenciómetros, vatios y sin tanto cálculo medido del esfuerzo. Pedalear sin monitoraje se percibe hoy en día casi como un acto de rebeldía, como una porción de libertad ganada, algo de lo que ha hecho gala Bauke Mollema (Trek-Segafredo) con su victoria en Quillan, su segundo triunfo parcial en el Tour de Francia.
“Soy un corredor chapado a la antigua: corro por sensaciones, como siempre he hecho”, decía el neerlandés al cruzar la línea de meta. Y lo ha demostrado con una cabalgada de más de 40 kilómetros en solitario en un terreno de media montaña, rozando los Pirineos, e interpretando cuando era el momento oportuno para lanzar su órdago.
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En el descenso previo al Col de Saint-Louis, la última ascensión del día, el ciclista del Trek-Segafredo ha movido ficha aprovechando una situación de cierto descontrol en la escapada: “Tenía buenas piernas y no estábamos colaborando bien. Sabía que quedaba mucho hasta meta pero tenía confianza en mi capacidad para rodar y marcarme un ritmo”, explicaba Mollema.
La fuga de la etapa ha sido de mucho nivel. Ha tardado en conformarse más de 90 kilómetros, con integrantes de la talla de Michael Woods (Israel-Start Up Nation) —que se ha colocado como nuevo líder de la montaña—, Omar Fraile (Astana-Premier Tech), Esteban Chaves (Team BikeExchange) o Wouts Poels (Baharin-Victorious).
Bauke Mollema y su bicicleta Trek sin potenciómetro / Fotografía: A.S.O. - Tour de Francia
Bauke Mollema ha sido el más fuerte y su movimiento todo un acierto. Ha comenzado a abrir un hueco más que considerable con esa manera suya tan peculiar y característica de ir sobre la bicicleta: dando chepazos. Mostrando siempre la sensación de cansancio y de extenuación, en contraste con la fuerza que imprimía en cada pedalada. En el grupo perseguidor, en un ejercicio de solidaridad necesario para tratar de alcanzar al neerlandés, relevaban de manera ordenada —evitando el fuerte viento de cara— pero la diferencia era cada vez mayor.
El col de Saint-Louis ha acabado por desarmar la organización de la persecución. Los ataques se sucedían a la desesperada, pero Mollema ha sido un auténtico reloj: constante en el ascenso y preciso en un descenso un tanto sinuoso. Esta victoria ha recordado mucho a la que logró en la temporada 2017 en La Puy-en-Velay, con un recorrido similar en el Macizo Central y un desenlace idéntico.
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El gran beneficiado de la jornada ha sido Guillaume Martin. El ciclista del conjunto Cofidis se ha convertido en el enésimo ciclista que este Tour de Francia ha gozado de la libertad, ya no tanto de UAE y Pogačar, sino de todos los implicados en la batalla por el podio. El francés —autor del libro Sócrates en bicicleta, del que hablamos en VOLATA#28— ha ascendido a la segunda posición de la general, a 4'04" del maillot amarillo, con una mentalidad aplaudida y, por el momento, poco empleada entre sus rivales: valiente y atacante. El propio Guillaume Martin explicaba en redes sociales que lo dará todo en los Pirineos:
2ème du général de @LeTour 😊
— Guillaume Martin (@GuilmMartin) July 10, 2021
Maintenant récupérer au mieux et tout donner demain! https://t.co/Ri6YtfFVld
En la etapa 14, llegan los Pirineos tras una jornada en la que Bauke Mollema, en un ciclismo tan meticuloso y calculado, ha roto los esquemas preestablecidos para evocarnos a una época, no tan lejana, en la que los ciclistas se basaban en las sensaciones para actuar. ¡Y qué lección ha dado!
Imagen de cabecera: A.S.O. - Tour de Francia