La París-Roubaix de este año estuvo marcada por un hecho insólito en la historia de la reina de las clásicas. En lugar de que la carrera siguiera su estructura habitual, con una fuga de inicio mientras los favoritos esperan hasta los primeros sectores adoquinados para hacer su movimiento, el conjunto INEOS Grenadiers decidió romper el guion establecido. A falta de 200 kilómetros aprovecharon una zona de viento cruzado para lanzar su apuesta.
El caos se apoderó de la carrera y se alargó durante todo el recorrido: Mathieu van der Poel y Wout van Aert tuvieron que recuperar terreno, se produjeron pinchazos en momentos muy comprometidos, hubo caídas, ruedas partidas... y todo ello envuelto entre nubes de polvo. Y el que consiguió gestionar todas esas circunstancias inherentes a la París-Roubaix fue Dylan van Baarle, que asomó en solitario en el velódromo André Petrieux tras un ataque decisivo en los adoquines de Camphin-en-Pévèle, a falta de 19 km para el final, dejando atrás a sus compañeros de fuga Matej Mohorič e Yves Lampaert.
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Fotografía: A.S.O. / Pauline Ballet
La carrera estalló a falta de más de 200 km para el final. El conjunto Ineos Grenadiers aprovechó una zona de viento para generar abanicos con todo el bloque en cabeza. Esta situación provocó un corte en el pelotón, dejando en el grupo trasero a grandes favoritos como Wout van Aert y Mathieu van der Poel.
Fotografía: Zac Williams / SWpix
El italiano Filippo Ganna confirmó que su victoria en la edición junior de la París-Roubaix en 2016 no fue fruto de un día. Demostró que tiene la capacidad de poder ser un futuro ganador del Infierno del Norte, con el motor que le caracteriza y una gran potencia sobre los adoquines, como durante su cabalgada por Arenberg ante la multitud.
Fotografía: Richard Abraham
Wout van Aert salió del Bosque de Arenberg en la parte trasera del pelotón tras un problema mecánico que le obligó a cambiar la bicicleta con Van Hooydonck mientras superaban uno de los tramos más icónicos de Roubaix.
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Fotografía: Zac Williams / SWpix
El campeón belga fue uno de los ciclistas más potentes sobre los sectores adoquinados en esta edición de la París-Roubaix.
Image: A.S.O. / Pauline Ballet
Matej Mohorič, del Bahrain Victorious, y Tom Devriendt, del Intermarché-Wanty, —que acabaría cuarto— fueron grandes protagonistas con una larga escapada en la que el esloveno mostró una gran condición sobre los adoquines.
Fotografía: Zac Williams / SWpix
La otra cara de la moneda: la dureza de la París-Roubaix. El ciclista del Movistar Team, Imanol Erviti, que afrontaba su 17ª participación en la carrera, se vio obligado a abandonar tras una fuerte caída.
Fotografía: Zac Williams / SWpix
Sinceramente, ¿a quién no le gustaría ser Wout van Aert? Un grupo de aficionados muestran su apoyo al ciclista belga, que regresaba tras su positivo en covid, en uno de los tramos de pavé del recorrido.
Fotografía: A.S.O. / Pauline Ballet
El esfuerzo por la proximidad de alcanzar un sueño. Dylan van Baarle navegando a través de Carrefour de l'Arbre y abriendo diferencias con sus perseguidores entre el clamor del público.
Fotografía: Zac Williams / SWpix
Van Baarle no daba crédito cuando entró solo en el velódromo de Roubaix. "Comprobé que estaba realmente solo, que no me habían recortado la distancia, que verdaderamente no había nadie más sobre la pista".
Fotografía: A.S.O. / Pauline Ballet
Echándose las manos a la cara, pero aliviado. Al fin, Dylan Van Baarle podía celebrar la victoria al cruzar la línea de meta.
Fotografía: Zac Williams / SWpix
Mathieu van der Poel lidera el esprint por la sexta posición. El ciclista del Alpecin-Fenix, que no tuvo su mejor día sobre la bicicleta, concluyó finalmente noveno. Un resultado un tanto gris, pero que le hará regresar más fuerte al Infierno del Norte.
Fotografía: A.S.O. / Pauline Ballet
Dylan van Baarle se abraza emocionado con el director deportivo del conjunto INEOS, Servais Knaven, ganador de la París-Roubaix en el año 2001.
Fotografía: Rachel Jary
En cambio, Wout van Aert estaba agotado tras su segundo puesto. El ciclista del Jumbo-Visma tuvo que esforzarse después de una jornada en la que tuvo que ir a contracorriente desde el inicio, recuperando terreno de forma constante.
Fotografía: Zac Williams / SWpix
Van Baarle alza el premio del adoquín, uno de los trofeos más codiciados en el mundo del ciclismo.
Image: Zac Williams/SWpix
La París-Roubaix es la única carrera en la que está perfectamente aceptado que los fotógrafos tomen fotos de los corredores en las famosas duchas del interior del velódromo. Luke Durbridge, del Team BikeExchange, se limpia las marcas que dejó el polvo en su rostro y cuerpo.
Fotografía: Zac Williams / SWpix
Mathieu van der Poel también hizo uso de las emblemáticas duchas de Roubaix después de la carrera.
Fotografía: Zac Williams / SWpix
La reflexión de un Mathieu van der Poel exhausto.
Imagen de cabecera: A.S.O. / Gruber Images