Quien no arriesga no gana. Quizá esa frase podría definir el desarrollo de una París-Niza 2024 que está siendo impredecible. La previa se presentaba como el enésimo duelo entre Remco Evenepoel y Primož Roglič, que debutaba esta temporada con los colores del BORA-Hansgrohe. El belga y el esloveno llegaban a la carrera hacia el sol como los principales favoritos a hacerse con el triunfo, pero el excesivo control mutuo ha generado, como si se tratase de esporas, una sucesión de ‘outsiders’ capaces de asaltar el maillot amarillo. La siempre llamativa jornada definitiva en los alrededores de la ciudad de Niza puede convertirse en una batalla campal con todos los ingredientes para dejar huella.
Esa desorganización y las pequeñas diferencias forman parte de la esencia de una carrera que la temporada pasada vivió una edición anómala con el dominio férreo de Tadej Pogačar. Ahora nada está claro y todo puede suceder en las dos últimas etapas, aunque la dupla estadounidense de Brandon McNulty (UAE Team Emirates) y Matteo Jorgenson (Visma-Lease a Bike) encaran el último fin de semana con la moral por las nubes y una posición privilegiada en la general. “Él [McNulty] es mi amigo, pero me vaciaré por tratar de vestirme de amarillo. La Madone d'Utelle es una de mis subidas preferidas del recorrido, tengo muchas ganas”, comentaba Jorgenson al término de la sexta jornada.
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Precisamente, los americanos aprovecharon junto a Mattias Skjemlose (Lidl-Trek) el zafarrancho de combate que se produjo en la Côte de La Colle-sur-Loup para marcharse por delante. La cooperación de los tres corredores contrastaba con la falta de colaboración en el grupo perseguidor, donde Remco Evenepoel asumió en solitario la persecución. Esta circunstancia elevó la diferencia hasta los 52”. El danés Skjemlose consiguió el triunfo confirmando las buenas sensaciones transmitidas este inicio de temporada, mientras que McNulty le arrebató el liderato al australiano Luke Plapp (Jayco-AlUla), que había vivido una cuarta jornada similar camino de Mont Brouilly.
Primož Roglič fue el primero en intentar sorprender con un movimiento en la cota final de la sexta etapa (Foto: Billy Ceusters / A.S.O.)
La meteorología ha jugado un papel con cierta relevancia en esta París-Niza. La aparición repentina de la lluvia en la contrarreloj por equipos de Auxerre benefició a las estructuras que partieron en la primera mitad, entre ellos un UAE Team Emirates que sumó la victoria parcial. Evenepoel arriesgó para minimizar pérdidas, pero Roglič acabó cediendo 54” que pueden ser decisivos. Por otro lado, el temporal de nieve que azota los Alpes ha obligado a modificar gran parte del recorrido de la séptima jornada. La mayoría de los pasos de montaña a más de 1.000 metros de altitud se encuentran impracticables, por lo que los tendidos 15 km al 5,7% de La Madone d'Utelle serán la única dificultad del día.
Se trata, por tanto, de una jornada monopuerto en la que, a priori, parece complicado que ningún ciclista tenga la capacidad de sentenciar la carrera. Así, la última etapa en las inmediaciones de la ciudad de Niza se presenta como una de esas jornadas que hay que marcar en el calendario. En poco menos de 110 kilómetros se encadenan hasta seis ascensiones: Côte de Levens (6,1 km al 5,9%), Côte de Châteauneuf (5,5 km al 4,5%); Côte de Berres-les-Alpes (6,5 km al 5,8%), la exigente Côte de Peille (6,5 km al 6,9%), el popular y explosivo Col d’Eze (1,6 km al 9,1%) y el duro Col des Quatre Chemins (3,8 km al 8,1%).
Foto: Billy Ceusters / A.S.O.
En una época protagonizada por las exhibiciones irracionales, el terreno parece el caldo de cultivo perfecto para que un ciclista como Remco Evenepoel haga otra de sus demostraciones portentosas. El belga quizá no se encuentra en el punto de forma óptimo en este momento de la temporada, pero no cabe duda de que al menos lo intentará. La fuerte personalidad inconformista y la actitud valiente y ganadora lo definen como ciclista, así que lo más probable es que busque cualquier oportunidad para tratar de recuperar el minuto de diferencia. El reto no será sencillo, pues a la solidez de McNulty y Jorgenson se suma la incógnita de un Roglič que ha pasado un tanto desapercibido hasta el momento.
A esa incertidumbre se suma también la figura de Egan Bernal. El colombiano está recuperando poco a poco su mejor versión tras la grave caída que le ha tenido apartado del más alto nivel las últimas temporadas. El ciclista de INEOS-Grenadiers es quinto en la general a 1’14” del líder y a tan solo once segundos de Evenepoel. Quizá no deba optar por una disposición proactiva, pero si las circunstancias de carrera así lo permiten podría ser uno de los candidatos a auparse al podio de una carrera que ya ganó en 2019. Estará bien arropado por Carlos Rodríguez para un fin de semana duro y decisivo.
Foto de cabecera: Billy Ceusters / A.S.O.