Por mucho que la lucha contra el cronómetro decidiera la última edición del Tour de Francia, la disciplina de la contrarreloj ha vivido en estas últimas temporadas uno de sus tiempos de mayor desprestigio en la historia del ciclismo. Paradójicamente, Tadej Pogačar entró en la historia dentro de una edición insólita en la que se programó una única crono, a la práctica una cronoescalada a La Planche des Belles Filles el penúltimo día.
Hoy miércoles viviremos, en la quinta etapa del Tour de Francia 2021, una etapa de 27,2 kilómetros de esfuerzo individual que separarán Changé del Espace Mayenne de Laval, dando una vuelta que permitirá cruzar dos veces el río Mayenne. Parece increíble, pero, desde 2008, no se veía una contrarreloj tan larga en la primera semana de carrera.
Lejos quedan aquellas luchas contra el crono de fondo como la que permitió a Lance Armstrong empezar a ganar su primer Tour de Francia en 1999, o en las que Miguel Indurain se exhibía en sus años de gloria. De hecho, desde 2014 no se vive un esfuerzo de una hora contra el crono en el Tour de Francia: 54 kilómetros entre Bergerac y Perigueux, con dominio de un Tony Martin en su mejor momento y un cuarto puesto que le valdría la victoria final del Tour a Vincenzo Nibali. Además, para encontrarlo en la primera semana, habría que remontarse a 2006: 52 kilómetros entre Saint-Grégoire y Rennes, con victoria de Sergiy Honchar por delante de Floyd Landis.
Una crono, la prueba del algodón
Con el debate candente sobre cómo aliviar la tensión en la primera semana de Tour ante el sinfín de caídas de los últimos días, cabe recordar que, tradicionalmente, las contrarrelojes tempranas han sido una manera de crear unas primeras diferencias en la clasificación general y separar así mejor la lucha por la victoria de etapa entre velocistas y la colocación para lograr el liderato en estas primeras llegadas.
Si bien este 2021 se ha optado por dos llegadas exigentes que podían marcar ciertas diferencias como las de Landerneau y Mûr-de-Bretagne, lo más habitual en los últimos años han sido las contrarrelojes de corta distancia (14 km en las Grand Départ de Düsselford 2017 o Utrecht 2015) o incluso la disputa de una contrarreloj por equipos en los primeros días de carreras (2018, 2015, 2013 y 2011 en la última década). Extrañamente, no se disputa un prólogo al uso desde 2012.
Tadej Pogačar en la cronoescalada en La Planche des Belles Filles del Tour 2020 (Imagen: Bertorello / Pool / AFP)
Quizás escarmentados por el extremo peso que tuvo la lucha contra el crono en la edición de 2012, con 41 kilómetros Besançon y luego otros 52 kilómetros en Chartes arrolladores para la amplia victoria de Bradley Wiggins —campeón olímpico de la disciplina una semana después—, la contrarreloj ha ido siendo menos decisiva en unos años donde el perfil de vueltómano se ha visto obligado a alejarse de aquellos escaladores con planta como podrían ser los grandes dominadores de las últimas décadas, Lance Armstrong, Miguel Indurain o incluso el propio Chris Froome.
¿Qué papel tienen las cronos en 2021?
And TT nr. 2 @LeTour stage 5 pic.twitter.com/oH9Oq1AGWf
— grischa niermann (@grischaniermann) April 11, 2021
Un escalador puro como Egan Bernal vivió solamente 27 km de contrarreloj por equipos y otros tantos de recorrido sinuoso en modalidad individual en 2019. Pero, demostrando como lo ha hecho que puede hacer cronos con los mejores, ¿se puede decir que Tadej Pogacar sea un especialista? ¿Es el esloveno un escalador al uso?, ¿o acaso un puncheur? Es más: ¿qué tipo de corredor es Primož Roglič? Los dos primeros clasificados del último Tour de Francia son tan capaces de disputar contrarreloj como de estarse jugando el triunfo en cualquier clásica de las Ardenas o llegadas de alta montaña.
La especialización parece haberse difuminado en un ciclismo que tiene entre los mejores contrarrelojistas del mundo a corredores tan completos Wout Van Aert, Remco Evenepoel o Tom Dumoulin. Queda por descubrir entonces qué papel tendrá la especialidad en un Tour de Francia 2021 que, además de la de hoy, contará con los 30,8 kilómetros en la penúltima etapa entre Libourne y Saint-Emilion. Un total de 58 kilómetros de esfuerzo individual que no se veían desde la edición de 2013 —33 km con final en el Mont Saint Michel en la primera semana y 32km arrolladores en Chorges que certificaba el primer triunfo final de Chris Froome— y que seguro empezará a definir los verdaderos candidatos a la victoria final.