Cuando Thomas de Gendt se marchó en solitario tras el Puerto de Tollos a más de 100 kilómetros de la línea de meta en la octava etapa de La Vuelta 2023 despertó un sentimiento de orgullo y alegría a partes iguales en la gran mayoría de los aficionados. El belga de treinta y seis años es uno de los ciclistas más queridos del pelotón por su simpatía, cercanía, carisma y espontaneidad. Pero también por ese carácter valiente y temerario, derrochador de energía en ocasiones, que ha definido su carrera deportiva y con el que se ha labrado un palmarés enorme. Un viejo rockero al que últimamente el ritmo frenético y el paso de los años no le habían permitido emprender sus habituales cabalgadas con tanta asiduidad.
A pesar de que más de uno pudiera fantasear con que De Gendt volvería a alzar los brazos tras su última victoria en la octava etapa del Giro d’Italia del año pasado, fue una aventura corta sin premeditación que, en el fondo, escondía un movimiento estratégico inesperado. “El objetivo era defender el maillot de la montaña. He acelerado en Tollos después del esprint por los puntos y cuando he visto que se abría un pequeño hueco he continuado para favorecer a mis tres compañeros en fuga”, reconoció a VOLATA con la franqueza que le caracteriza en la línea de meta de Xorret de Catí. El belga admitía que tanto Andreas Kron como Sylvain Moniquet y el joven Lennert Van Eetvelt tenían mejores piernas, “así que he trabajo para ellos haciendo que el resto de desgastara en mi persecución”.
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Una vez el órdago estaba echado no iba a ser tarea sencilla tumbar su diferencia, que poco a poco iba aumentando hasta mantenerse estable durante varios kilómetros en torno a un minuto. Esa situación le permitió superar en primera posición el Port de Benifallim y restar puntos a Jesús Herrada (Cofidis), que se había convertido en el principal rival de Eduardo Sepúlveda tras sumar ocho puntos entre el Alt de Vall d’Ebo y el Puerto de Tollos. “He seguido en solitario porque conozco muy bien estas carreteras y pensaba que poco después me acabarían alcanzando, pero la diferencia no decrecía. Fue agradable rodar un tiempo solo, pero mi intención no era luchar por el triunfo de etapa”, destacó.
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El interior montañoso de la provincia de Alicante suele ser una zona recurrente durante las concentraciones de pretemporada de los equipos del pelotón, por lo que muchos ciclistas conocen estas carreteras. Sin embargo, para Thomas de Gendt es además un lugar periódico en su entrenamiento y preparación. Y eso le ayudó en su desafío particular al resto de integrantes de la fuga. “Para entrenar es una zona fantástica, me encanta. El primer puerto, Alt de Vall d’Ebo, lo habré ascendido unas quince veces. Pero en competición estas carreteras se convierten en una tortura. Son muy duras. Se agradece conocer todos los rincones, lo que esconden, las subidas pronunciadas y las que no lo son para regularte… Es mejor de esta manera”, confesaba.
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La escapada inicial de treinta corredores se fue disgregando mientras neutralizaban a Thomas de Gendt antes del inicio del Puerto de la Carrasqueta. El belga hizo su último acto de servicio como enlace entre la nueva cabeza de carrera y un pequeño grupo perseguidor en el que se encontraba el danés Andreas Kron, ganador de la segunda etapa de La Vuelta 2023 en Montjuïc. Todos los intentos fueron en vano, pues la etapa se decidió entre los favoritos a la general. “Puertos como el Xorret de Catí son muy duros para mí, ya lo había subido en 2017. Aun así, he escuchado por radio que ha sido un final interesante, y si hay espectáculo, siempre es positivo para el ciclismo”. De Gendt y su sinceridad.
¿Lo seguirás intentando?, le preguntamos. A lo que el belga respondía: “Por supuesto, todo el equipo está preparado para seguir atacando porque no podemos esperar hasta la parte final con los chicos de la general. Ya tenemos una victoria, pero queremos seguir homenajeando a Tijl [De Decker] —que falleció el pasado 25 de agosto a causa de un accidente mientras entrenaba—. Hay muchos más días para ir al ataque”, concluía.
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