La lluvia y el terreno embarrado en los kilómetros finales del Collado de la Cruz de Caravaca han monopolizado la conversación de la novena etapa de La Vuelta 2023. Mientras Lennard Kämna (Bora-Hansgrohe) seguía compitiendo camino de conseguir su primer triunfo en la ronda española, completando su triplete particular de victorias en las tres grandes vueltas, los favoritos a la clasificación general se tomaban con mucha calma los últimos dos kilómetros. Incluso iban charlando entre ellos y saludando a los aficionados, pues los tiempos se habían tomado a 2.050 metros de la línea de meta “para evitar riesgos ante las difíciles condiciones en meta”, anunció Radio Vuelta. Una circunstancia similar a la vivida en la segunda jornada con final en el circuito de Montjuïc.
La situación en la cima de la Cruz de Caravaca durante los primeros compases de la etapa era delicada, con desprendimientos de tierra sobre el asfalto. El viento hacía estragos en el pelotón tras la salida en Cartagena, provocando uno de los inicios más intensos de esta edición con numerosos abanicos. Pero al mismo tiempo la lluvia complicaba el acceso a meta, especialmente de vehículos. La organización tuvo que improvisar con la etapa en marcha y la papeleta no fue sencilla. Finalmente, decidieron “por iniciativa propia”, según ha explicado al Diario AS Kiko García, uno de los directores técnicos de La Vuelta, detener los tiempos 50 metros antes de la pancarta de dos kilómetros, justo después de la rampa del 20% y antes del descenso que más preocupaba.
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Fotografía: Sprint Cycling
En ese punto, encarado en una valla y agitando una bandera amarilla, esperaba Fernando Escartín, director técnico de la carrera, junto a una de las jueces para controlar el paso de los corredores. La escena tenía toques berlanguianos, y ese caos se ha traducido en cierta confusión en la toma de tiempos. En un primer momento picaron 2” en favor de Primož Roglič, aunque más adelante rectificaron y les dieron a todos los favoritos el mismo tiempo, salvo Kuss y Soler que cedieron 9”. El propio ciclista esloveno comentaba en meta junto a su compañero Vingegaard que la superficie en la parte final hacía patinar las ruedas. Algo que más tarde apuntaba también el líder Sepp Kuss en rueda de prensa: “La decisión fue la correcta. El asfalto no estaba muy bien y la bicicleta deslizaba en las curvas”.
Ajeno a todo ese ruido se encontraban Lennard Kämna y sus otros siete compañeros en fuga: Matteo Sobrero, Chris Hamilton, Amanuel Ghebreigzabhier, Jon Barrenetxea, Ruben Fernández, Jonathan Caicedo y Daniel Navarro. Ellos sí lo dieron todo en ese, en teoría, tramo peligroso porque estaba en juego la victoria de etapa. El ciclista alemán confirmó su condición de favorito y a falta de 4 km lanzó el ataque ganador. “Fue difícil encontrar el momento adecuado porque el puerto era engañoso, siempre para arriba y para abajo, pero conseguí una pequeña ventaja después de una curva y dije: full gas. Estoy muy contento por ganar en las tres grandes vueltas”, comentaba en el podio. Este desenlace invita a una reflexión: la integridad y la seguridad de los ciclistas tiene que estar por encima de todo, pero parece que tan solo se aplica si estás inmerso en la batalla por el maillot de líder.
Imagen de cabecera: Sprint Cycling