Un tímido dedo simulando el gesto de quitarse un sombrero y una mueca de contrariedad en su rostro. Esta ha sido la manera en la que Primož Roglič ha celebrado entre la densa niebla su victoria en el Altu de L’ Angliru. Quizá un tanto discreto teniendo en cuenta que se trata de una de las cimas más prestigiosas del imaginario ciclista. Que Jonas Vingegaard estuviera ahí, como si fuera su sombra, ha tenido algo que ver. El esloveno sigue agrandando su leyenda particular en La Vuelta, consiguiendo su duodécimo triunfo, pero no soltar al danés significa que sus opciones de lograr el cuarto título en la ronda española se evaporan. Y mientras tanto, los egos de ambos van socavando la diferencia de Sepp Kuss, que salva una bola de partido y mantiene el liderato por tan solo 8”.
Las circunstancias de carrera se empeñan en contradecir la máxima del equipo Jumbo -Visma: “La Vuelta la ganará el más fuerte”, como ha vuelto a repetir su director Grisha Niermann a los micros de RTVE. Pero la raíz de este “problema” está en que no existe un peligro que justifique los ataques o los cambios de ritmo entre ellos, más allá de la ambición personal, muchas veces imparable, de dos grandes campeones. Roglič y Vingegaard son voraces y quieren ganar La Vuelta. En medio de esa tormenta se encuentra un Sepp Kuss que recibe fuego amigo mientras intenta aferrarse a la oportunidad de su vida y, como portador del maillot rojo, detiene todos los golpes en las entrevistas protocolarias. Hasta para eso, parece que su equipo y sus compañeros lo están usando como gregario.
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Roglič y Vingegaard entran juntos en la meta de L'Angliru (Sprint Cycling)Sepp Kuss agradece a Mikel Landa tras minimizar juntos las pérdidas en los últimos dos kilómetros (Fotografía: Sprint Cycling)
Kuss sigue sonriendo y nada más cruzar la línea de meta ha ido a felicitar a Roglič por la victoria, pero su entusiasmo parece que día a día se va transformando en la seriedad de lo que significa la victoria. Cada vez es más consciente que el juego del rojo se ha convertido en algo serio. El cambio de expresión y la mesura en las palabras de Sepp Kuss en esta tercera semana es el mejor termómetro para comprender que la situación interna de Jumbo-Visma es complicada de gestionar. “En el segundo día de descanso tuvimos una reunión y decidimos que el más fuerte debe ganar la carrera y no nos íbamos a atacar entre nosotros ni ponernos en peligro, pero eh… —duda— tampoco queríamos terminar con la sensación de que pudimos hacer algo más”, comentaba el americano.
Ajenos a todo, Remco Evenepoel y los equipos UAE, que ha lanzado a Marc Soler por delante en un movimiento un tanto suicida, y Bahrain-Victorious han buscado ser protagonistas con distinta suerte. El belga se ha adentrado en una aventura junto a su compañero Mattia Cattaneo, pero nunca tuvo la renta suficiente para soñar con el triunfo. “Kuss me confesó que iban a controlar, así que inmediatamente dije por radio que iría a por los puntos de montaña”, reconocía a Sporza.
Remco Evenepoel comenzó la subida a L'Angliru con poco más de un minuto de margen, pero le fue imposible mantenerla en los 6 km finales (Fotografía: Cxcling)
Pero ha sido Bahrain-Victorious quien ha acabado tumbado a Evenepoel, imponiendo un fuerte ritmo desde la base de L’Angliru que ha desbancado la superioridad del Jumbo dando alas al Landismo y demostrando que Wout Poels tiene un feeling especial con la cima asturiana. Paradójicamente, Mikel Landa, que se ha situado 5º superando a Enric Mas en la clasificación general, se ha convertido en el mejor gregario de Kuss en los kilómetros finales.
Imagen de cabecera: Sprint Cycling