"Jesús se conoce muy bien, es un killer". Así contestaba Rubén Fernández, sin dudar, cuando un periodista le preguntaba sobre la victoria de su compañero Jesús Herrada en meta. Tenía una sonrisa en la cara que parecía decir, "sabía que ganaría". De una opinión parecida era Bingen Fernández, director deportivo en el equipo Cofidis, que lucía otra sonrisa, aunque algo más moderada por su posición. "Hay corredores que necesitan que les digas más o menos cosas, que los animes más desde el coche, pero a Jesús no hay que decirle mucho, porque él ya sabe. Solo hay que darle unos cuantos toques y luego él sabe resolverlo", comenta el vasco.
Lo cierto es que Herrada, ganador de la decimoprimera etapa de La Vuelta, lo ha vuelto a conseguir: rematar con una victoria el día en el que la fuga ha llegado con opciones. Tiene olfato y un rush final muy potente para este tipo de finales que pican hacia arriba. Esta vez, ha sido en el alto de la Laguna Negra, en Soria, un puerto con un último kilómetro muy duro con rampas del 14%, donde ha sabido esperar el momento justo para lanzar el ataque definitivo y dejar atrás a sus compañeros de escapada. De este modo, el corredor conquense del Cofidis repite victoria en La Vuelta después de ganar en Ares del Maestrat en 2019 y Cistierna en 2022.
No ha sido nada fácil, porque a pie de puerto el grupo de escapados era todavía bastante numeroso, de veintiséis corredores, con nombres como los de Filippo Ganna, que ha impuesto un ritmo muy alto al principio de la ascensión para ir descartando rivales y neutralizando posibles ataques en favor de su compañero de equipo Geraint Thomas. El británico, que se había metido en la escapada, buscaba el triunfo de etapa o, como declaró Xavier Zandio, director deportivo del Ineos Grenadiers, perseguía una manera de “reinventarse” tras “una primera semana un poco catastrófica para el equipo”.
El grupo de la escapada del día, que tardó 60 kilómetros en formarse, con Herrada y Thomas como dos de los corredores más importantes.
El triunfo de Herrada ha sido propio de alguien con una gran capacidad de leer la carrera, pero esconde también una virtuosa capacidad de aprender de los errores. “No quería que me pasara como el año pasado cuando ganó Rigoberto Urán, que me precipité y arranqué demasiado pronto el esprint”, aseguró el ciclista en entrevista para El rodillo de TVE haciendo referencia a aquella etapa con final en Monasterio de Tentudía en la que el colombiano fue el más listo. Lo que pasó aquel el 7 de septiembre de 2022 —hace justo un año—, parece que se había ido macerando en el interior de Herrada, que quería quitarse la espinita de dentro. También su padre, José Herrada, que había vivido la etapa como invitado, lo reconfirmaba tímidamente ante los micros de la televisión pública: “Aquella etapa del año pasado, a Rigo se la regaló, porque tenía fuerzas para haberla ganado. A mí, esa no se me olvida”. Sin duda, era casi una cuestión de familia. Ahora, se habían desquitado y, además, habían conseguido el maillot de la montaña.
El grupo de los favoritos rodando en paralelo dando una imagen poco habitual en una competición de ciclismo de primer nivel
Y, mientras en la Laguna Negra, los escapados se disputaban la victoria, a casi seis minutos llegaba el gran grupo con, ay, una actitud de relajo desconcertante e inédita. Sin ataques entre los favoritos, rodando en horizontal, los ciclistas parecían representar una especie pacto secreto de no agresión para guardar fuerzas y afrontar lo que, en línea de meta, Enric Mas llamó “la montaña del Tour”, haciendo referencia a lo que tienen por delante: Tourmalet, Larrau, Belagua, Cordal, L’Angliru… Esperemos que, por el bien del ciclismo, den la vuelta a la narrativa de la carrera, que hasta el momento, no ha sido muy atractiva.