Ayer por la noche algo se removió en el interior de Remco Evenepoel. No durmió bien y su cabeza no paraba de darle vuelta sobre lo ocurrido en la etapa del Tourmalet. En la subida en el Aubisque notó que no tenía combustible en el cuerpo y simplemente no pudo seguir el ritmo de los favoritos. Eso desembocó en un día de sufrimiento sobre la bici para el belga, que terminó la etapa a 27 minutos del ganador. Decía adiós de una forma muy amarga a sus posibilidades de revalidar el triunfo final en La Vuelta, algo complicado de afrontar para, recordemos, un tipo de veintitrés años.
"Al final me dije a mí mismo que tenía que dar lo mejor de mí y hacerlo que mejor que podía—comentó el belga en la entrevista en el podio—. Había venido a reconocer la etapa, porque era una jornada importante para la general, así que me la conocía y sabía que era muy dura". Evenepoel afrontó la etapa con la confianza de poder atacar y dar un golpe en la mesa si tenía la oportunidad. Pero no esperó, se la buscó.
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Se fue metiendo en todos los intentos de fuga hasta que en el descenso de Col Hourcères (de categoría especial, a 91 kilómetros de meta) se fue definitivamente de sus compañeros de escapada. Solo lo siguió Romain Bardet, escalador puro, que poco pudo aportar durante el resto de la etapa. Tan solo algún relevo, alguna botella de agua para compartir en un día de mucho calor y sofoco.
A partir de ahí, la película fue muy clara y con un guion fijo: Evenepoel se lanzó cegado en su misión. Solamente quería resarcirse, desquitarse, volver a sentir que su cuerpo funcionaba. Desde el equipo Soudal Quick-Step todavía no saben qué le ocurrió para que en la etapa reina hubiera sufrido tal desfallecimiento y llegara a 27 minutos del espectáculo del Jumbo-Visma en la ascensión al Tourmalet. Eso cambió la narrativa de la carrera. Esa noche pensó en abandonar, pero Evenepoel decidió seguir compitiendo. En el deporte de élite, que un día te toque bajar la cabeza nunca viene mal, darse cuenta de las limitaciones y los misterios del propio cuerpo humano.
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Evenepoel y Bardet llegaron a la base de la subida a Larra-Belagua con más de 4 minutos sobre un grupo de perseguidores en la fuga, donde resistían Storer, Jonathan Castroviejo (Ineos Grenadiers) y Lennert Van Eetvelt (Lotto Dstny). A más de 7 minutos rodaba el grupo de los favoritos, en el que tan solo algunos ataques algo tímidos de Juan Ayuso y de Enric Mas pusieron a prueba a los Jumbo. Cuando quedaban 3,8 km para la meta, el belga dejó de rueda a Bardet y se fue solo a apaciguar su mente. "Siento lo de ayer, tíos. Os quiero a todos", dijo el belga por la radio interna a su equipo a pocos metros de entrar en meta como vencedor de etapa y antes de romper a llorar como todavía no lo habíamos visto.