Una caída, de nuevo, se ha interpuesto en las esperanzas del ciclismo español en este Giro de Italia y, en particular, en las de Marc Soler. El ciclista de Vilanova i la Geltrú se vio implicado en una fea caída en el inicio de la duodécima etapa. Durante muchos kilómetros se le vio aquejado de su hombro izquierdo y hablando con la ambulancia de manera constante. El ritmo elevado del pelotón, con la fuga todavía sin visos de que lograra confirmarse, hacia que cada kilómetro pesara como una losa sobre las aspiraciones de Marc Soler. Finalmente, el conjunto Movistar confirmaba que el catalán debía echar pie a tierra antes de tiempo, por suerte sin consecuencias graves.
¿Hasta dónde hubiera podido llegar? Es la gran duda que nos queda sin resolver. También para el propio corredor, que tomaba la carrera como el punto de referencia para saber si tenía opciones de luchar por una gran vuelta. Eso es quizá lo que más rabia le dio a un Marc Soler desolado cuando veía que el dolor de su hombro iba en aumento. Era su primera oportunidad como líder único del equipo y, por el momento, las prestaciones estaban siendo positivas antes de que llegara lo que se presupone como su terreno predilecto: la resistencia en la última semana.
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Llegada de Marc Soler a la meta de Sestola (Fotografía: Movistar Team)
Tanto en la contrarreloj inaugural como en la cuarta etapa con final en Sestola acabó un peldaño por debajo del nivel esperado. Sin embargo, en San Giacomo —el primer final en alto del Giro— acabó con muy buenas sensaciones. Tan solo quince segundos de pérdida con respecto a Egan Bernal, Remco Evenepoel, Giulio Ciccone y Dan Martin; y por delante de Aleksandr Vlasov, Hugh Carthy o Simon Yates.
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En la jornada de sterrato, incluso fue incitador a que la carrera continuase con un ritmo elevado poniendo a Nelson Oliveira a trabajar en el último tramo de grava de la etapa. Es cierto que acabó explotando y llegó casi al unísono con Remco Evenepoel a más de dos minutos del líder Egan Bernal. ¿La parte positiva? La actitud mostrada. El catalán dejaban entrever que tenía hambre y que no sería un ciclista que tratase de aguantar hasta la extenuación para conseguir un perseguido top diez. Lo iba a pelear y, sobre todo, sería fiel a ese carácter caliente que representa la figura de Marc Soler.
La alta montaña del Giro de Italia se vislumbraba en el horizonte y el ciclista del Movistar Team tenía puestas sus esperanzas en poder rendir al máximo nivel en esas jornadas dolomíticas. Ha sido un ciclista que siempre ha demostrado tanto en el Tour de Francia como en la Vuelta a España que la resistencia es su fuerte y en la corsa rosa eso es un valor añadido importante. Tendremos que continuar con el interrogante de qué hubiera sido capaz de conseguir, pero su primera oportunidad como líder ha dejado, al menos, una certeza: se ha ganado volver a intentarlo.
Imagen de cabecera: Movistar Team