Después de quince temporadas como ciclista profesional, a principios del año 2012 Josep Jufré anunció su retirada. En aquel momento, el corredor de Santa Eulàlia de Riuprimer (Osona, Barcelona) tenía claro que se trataba solo de un punto y seguido. Quería seguir ligado a este deporte de una manera u otra. Más de diez años después de colgar la bicicleta, lidera la escuela de ciclismo más grande de Cataluña.
Así que una escuela para seguir ligado al ciclismo...
En el fondo siempre lo había tenido claro. Cuando anuncié mi retirada como profesional ya dije que quería dedicarme a algo vinculado al ciclismo para devolverle todo lo que me había dado. La suerte es que aquí en Vic teníamos ya esta zona cerrada, con un circuito, pero que no se estaba usando, solo puntualmente iban algunos ciclistas.
¿Cuándo empezasteis?
En el año 2012 con un Campus de Semana Santa. Y no fue sencillo, teníamos ocho niños y dos monitores, una de mis hermanas y yo. Y de los alumnos, dos también formaban parte de mi familia. Poco después, aquel mes de septiembre, ya abrimos la escuela.
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La familia siempre ha sido un puntal en tu vida, ¿verdad?
Somos siete hermanos, cinco chicas y dos chicos. Yo soy el tercero. Y el proyecto de la escuela se llama Jufré Cycling, del mismo modo que la marcha cicloturista que organizamos se llama Marcha Jufré Riuprimer. Cuando propuse en el ayuntamiento de Santa Eulàlia disputar una marcha, les dije que quería que llevara el nombre de Jufré pero no por mí, sino porque Jufré es de donde vengo, es mi esencia, la de una familia trabajadora, con los valores que se tienen que tener en la vida y el ciclismo.
¿Y es también en el pueblo donde nace la pasión por el ciclismo?
Mi padre había hecho cicloturismo y las primeras imágenes de bicis que recuerdo en casa son junto a mi tío. Cuando fui más mayor empecé a salir a pedalear por el pueblo con el resto de niños. Después vino el Club Ciclista Riuprimer, con quién hice las primeras salidas y las primeras competiciones en el barrio de Remei, en Vic, y en las fiestas mayores de Manlleu, Tona... Por aquel entonces, Santa Eulàlia era un pueblo de 700 habitantes.
De alguna manera, ¿aquellos recuerdos marcan cómo tiene que ser tu escuela de ciclismo?
El planteamiento era el de una actividad extraescolar enfocada al ciclismo donde los niños y niñas pudieran aprender a disfrutar de la bicicleta. El ciclismo que yo había vivido de niño se resumía en que si quería pedalear, salía por el pueblo con algún amigo, cogía la bici y marchaba. No era nada dirigido ni había tenido ningún responsable que me ayudara a mejorar. Por lo tanto, ahora quería enfocarlo a esta idea de disfrutar pero, además, dirigido por gente que entiende. Y, muy importante, sin pensar en la competición.
¿Porque recalcas esta idea de no competir?
Porque la Escuela no está pensada para la competición sino para aprender y pasárselo bien. Ya llegará el momento de la competición, esto creo que nos hace diferentes a otros centros. Nosotros empezamos aquí en las instalaciones de Mas d’en Bigues bajo la dirección de la Unión Ciclista Vic y durante cuatro años no iniciamos a ninguno de los ciclistas en la competición.
Y tú que has sido profesional, ¿qué les explicas?
Siempre incido en el mensaje de que ganar no es lo más importante. Y recalco que si ganan es gracias al grupo, a pesar de que es más complicado en BTT, donde la tipología de las competiciones es más individual. Pero mi idea es que interioricen que el grupo es el que les permite entrenar más y mejor. A veces salgo a pedalear con algún grupo y cuando cogemos medias de 40 km/h les explico que si rodaran solos, sin los compañeros, sería imposible ir tan rápido.
¿Personalizar tanto la enseñanza es la clave de vuestro éxito?
Para mí lo más importante siempre ha sido el alumno y lo articulamos todo alrededor de esto. Nosotros intentamos ser una escuela donde a los niños, además de la actividad física, les aportamos conocimiento. Incorporamos temas vinculados al ciclismo como pueden ser la nutrición, la psicología deportiva, los talleres mecánicos o los cursillos de primeros auxilios. También les enseñamos qué hacer en medio de la montaña si sufren un accidente o a trabajar con el GPS. De la misma manera que hemos preparado alguna sesión formativa con ciclistas profesionales para que les expliquen su experiencia.
Y con este proyecto os habéis convertido en la escuela más grande de Cataluña...
Ahora tenemos más de 280 alumnos y en la época de la pandemia superamos los 300. Sí, somos la escuela con más alumnos de Cataluña, y del estado seguramente también. En el País Vasco hay muchas escuelas, y muy buenas, pero apenas superan los 100 alumnos. ¡Es que en cada pueblo hay una! También somos el club que ha tramitado más licencias los últimos años, llegando a superar las 500 entre niños, competición y cicloturistas.
Son cifras muy considerables...
Sí, además, tenemos 12 monitores en la Escuela y 6 directores de los equipos de competición. De estos equipos, el de BTT es el más importante con 15 corredores de forma regular. También tenemos el equipo de promoción con unos 30-35 miembros, un equipo de enduro con ciclistas que están de manera más esporádica, un equipo de todas las categorías para la temporada de ciclocross, y el equipo de carretera cadete que solo compite cuando hay carreras de ruta que nos interesan.
¿Crees que el hecho que tú hayas sido profesional, disputando el Tour, el Giro o la Vuelta, ha tenido un peso extra en la hora de motivar a los nuevos alumnos?
Hay de todo, ha venido gente apasionada del ciclismo y, por lo tanto, ya me conocían, pero también gente nueva y que una vez aquí me han conocido y me han preguntado sobre mi carrera profesional. Yo creo que mi trayectoria es importante porque garantiza una experiencia en el mundo del ciclismo y esto transmite confianza. Este es un primer paso y a partir de aquí, la decisión es del niño o niña, si le gusta o no, si lo pasa bien, si está a gusto… Y, en este sentido, la mejor publicidad que hemos tenido es el boca a boca. Al final, todo el mundo nos conoce porque alguien se lo ha comentado antes.
¿Con qué edad empezáis a trabajar?
Con niños de cuatro años pero lo hemos ido adaptando. Empezamos con una edad mínima de seis años, pero lo hemos bajado porque hemos visto que lo primero que hace un niño es andar pero después es ir en bici. Es muy divertido ver la forma en la que montan. Son una esponja, van aprendiendo a dominar la bici y su autoestima mejora muchísimo. Ven que son capaces de hacer cosas que dos días atrás no sabían. Te lo hacen pasar muy bien porque te explican muchas cosas.
En esta franja de edad, ¿hay diferencias entre niños y niñas?
En los más pequeños es indiferente el género, tiene más a ver el carácter de cada uno. Sí que vemos que los primeros días cuesta conectar, sobre todo con los más pequeños. Pero esto no deja de ser como una escuela, en este caso de ciclismo!
¿Tenéis muchas niñas?
Un 23% de nuestros alumnos son niñas. En edades más pequeñas hay grupos en los que incluso son más niñas que niños. Pero a medida que se hacen mayores, ellas suelen ser más proclives a cambiar de deporte. Y no pasa nada, yo siempre digo que todos los niños y niñas deberían pasar en algún momento por nuestra escuela porque adquieren conocimientos y una manera de ir por la vida muy útiles e interesantes: conocer el entorno, saber desplazarse y ubicarse, tener autonomía. Es brutal lo que aprenden a nivel motriz!
¿Qué harías si tuvieras más recursos?
A nivel material? Tendríamos un pump track más grande y asfaltado, pero estamos contentos con el que tenemos. Es que el entorno es muy importante, ya no solo con las instalaciones, sino que cuando salimos, el territorio ciclista infantil es muy bueno. Y para adultos también, eh. Pero para los niños, tenemos caminitos pequeños donde pasa muy poca gente, subidas pronunciadas, zonas planas o con desnivel... Esto hace que puedas adaptar las salidas a todos los grupos.
Cuando salís, ¿os sentís seguros?
Los más pequeños van por los carriles bici de Gurb y de Vic pero existe un trabajo previo. Especialmente durante el invierno potenciamos el trabajo en circuitos de habilidad con señales de tráfico, semáforos, conos... Aquí aprenden a circular y también adquieren habilidades como frenar para que se puedan desplazar por la ciudad con conocimiento. Vamos a diferentes parques puesto que uno de los objetivos es ir a jugar. Ellos hacen todo el desplazamiento con la bicicleta, con total seguridad, y en entornos que identifican. Tenemos unos carriles bici muy delimitados y muchos de ellos, además, segregados.
Entiendo que aquí también sois flexibles en función de las edades y el nivel de cada grupo...
Sí, con los más grandes tenemos un terreno preparado con todo tipo de condiciones, con veredas, márgenes, caminos... Aquí me gustaría resaltar que tenemos un grupo de unos treinta o cuarenta alumnos entre doce y diecisiete años que tienen un mérito enorme porque vienen a las cuatro de la tarde y apenas han tenido tiempo de comer después de salir del instituto. Y todavía más, el sábado a las diez de la mañana ya los tenemos aquí otra vez, ¡y no fallan nunca! Están descubriendo toda la comarca de Osona en bici, suben a San Sebastián, a la Cruz de Gurb, van hasta Folgueroles, o a San Julià, o al pantano de Sau... Esto es muy motivador, porque a partir de aquí dices, pues ahora quiero conocer todo Cataluña, y ahora España, y ahora Europa... y poderlo hacer de la mano de la bici es una suerte. Por lo tanto, pienso que el factor territorio es muy importante.
*La entrevista completa la podrás leer próximamente en la revista VOLATA