Una estrecha carretera asfaltada que serpentea hasta la base militar de su cima. Es un entorno solitario, rodeado de estaciones de esquí. Resguardando la belleza natural de las montañas, sin excesiva intervención del ser humano. Así es el Col du Granon. Un coloso alpino poco conocido, pero que ha formado parte de la historia del Tour de Francia. Durante veinticinco años —hasta que en 2011 recogió el testigo el Col du Galibier— fue el lugar más alto (2.413 m) en el que había concluido una etapa de la ronda gala. Fue en 1986 y en aquella ocasión, la única, el vencedor fue Eduardo Chozas.
Ahora, treinta y seis años después regresa al recorrido del Tour de Francia. En la retina queda el sufrimiento de Bernard Hinault el día que vistió el maillot amarillo por última vez. Sin embargo, en un contexto de tal magnitud, la figura de un Eduardo Chozas que consiguió un triunfo agónico tras más de 160 kilómetros de aventura en solitario, quedó en el anonimato televisivo, casi sin repercusión. Aún así, se hizo con su segunda victoria en el Tour, después de la que había logrado un año antes en Aurillac —en su debut en la ronda francesa— con otra galopada vertiginosa. Fue un ciclista de retos mayúsculos.
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El corredor español, que por aquel entonces militaba en las filas del conjunto Teka, siempre se caracterizó por su carácter combativo e impulsivo y su capacidad para resolver fugas, en ocasiones inverosímiles. En aquella decimoséptima etapa del Tour de Francia de 1986 atacó en el kilómetro treinta y siete, mientras en el pelotón se quedaban mirándose los unos con los otros. En la cima del Col du Vars, el primero de la jornada, su renta ascendía a los diez minutos. Una diferencia que se mantuvo estable al coronar el mítico Col d’Izoard.
El siguiente desafío era el desconocido Col du Granon y sus temibles referencias: “Preparé un piñón de aluminio que tenía para etapas especiales, con una corona grande de 24 dientes con 39 de plato pequeño y comencé a subir esos doce eternos kilómetros de ascensión constante al 10-12% de desnivel, sin descansos, por una carretera estrecha y saltarina abarrotada de público”, comentaba el ciclista madrileño unos años después al recordar su gesta.
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La ascensión parecía no tener fin. A falta de tres kilómetros su cuerpo dijo basta, en palabras del propio Eduardo Chozas. La parte final se convirtió en una batalla mental por resistir el interminable sufrimiento que suponían los elevados porcentajes. Agonía. Impotencia. Dolor. Incertidumbre. Cansancio. Un cúmulo de sensaciones que se agolpaban mientras la ansiada meta no acaba de asomar en el horizonte montañoso. Finalmente, el madrileño logró saborear el éxito tras un inmenso esfuerzo. Casi sin aliento. Fue tras unos minutos de reposo cuando comprendió lo que acaba de cosechar. Una hazaña propia de otra época el día en el que el joven Greg Lemond rompió con la hegemonía de Hinault en el Tour.
El Col du Granon en números
Longitud: 11,3 km
Porcentaje: 9,2%
Desnivel: 1035 m