"Para mí el ciclismo ahora tiene un componente más cultural. Cuando vas a competir, no ves nada: del aeropuerto vas al hotel, vas a la carrera, compites y vuelves. Ahora, desde el ocio, la bicicleta me permite entrenar sin esa ceguera. Te fijas más en las cosas, en los detalles de tu entorno". Marta Vilajosana, exciclista profesional nos guía a través de la que solía ser su zona de entrenamiento y la acompañamos en una ruta y en unos paisajes muy próximos y queridos para ella para el proyecto "Cataluña con mirada ciclista. 10 mujeres. 10 rutas. 10 experiencias".
"Muchos rincones de esta zona del Vallès los he conocido y descubierto tras dejar la competición, y eso que los tenía justo al lado de casa. Por ejemplo, El Puig de la Creu y el Molí de Brotons, a los que solo se puede acceder a pie o en bici. Los descubrí cuando volví a hacer BTT", comenta la catalana, actual responsable técnica de la Federación Catalana de Ciclismo.
El recorrido, de 93,20 km y 2.100 m de desnivel positivo acumulado, transita por una zona muy conocida por los senderistas locales ya que pasa por algunos de sus lugares más icónicos, como la capilla del Puig de la Creu. Con Vilajosana, lo descubrimos a lomos de su bicicleta de montaña eléctrica, ideal para superar largas distancias y minimizar el típico sube y baja de este territorio de la segunda corona metropolitana de Barcelona.
Grandes vistas para admirar el Vallès
Partiendo de Castellar del Vallès en dirección norte, el recorrido se endurece en seguida con las primeras rampas que suben al Puig de la Creu y que llegan hasta la antigua capilla, una zona muy resguardada. Descendemos a Sant Llorenç Savall por un tramo muy técnico que permite guardar fuerzas para la exigente subida a la Granera (media del 5%).
Tras superar la bajada hacia Monistrol de Calders —y pasar los riachuelos del Gorg Blau—, el camino se convierte en un sube y baja constante muy ameno que se adentra de forma sinuosa en la comarca del Moianès. "Es una ruta que conozco bien y si se hace entera es exigente. ¡En el Vallès no hay un metro llano! —asegura Vilajosana—. Se puede hacer perfectamente en bicicleta de gravel, ya que no tiene senderos muy complicados y hay tramos pavimentados. Hay vistas preciosas y muy buenos sitios para comer".
Entre Moià y Collsuspina encontramos la gran dificultad montañosa de la ruta, el ascenso hasta las casas de Mas Nualard (1.005 m), que nos permitirá gozar de unas vistas espectaculares de la zona.
Para rodar todo el año
Desde Collsuspina, en el kilómetro 58, se inicia la vuelta a Castellar del Vallès, siempre en constante descenso especialmente tras la última gran ascensión del día, Coll d'Ases (867m), en el kilómetro 77.
"De hecho, esta ruta puede adaptarse perfectamente para la carretera. Es una
zona que da mucho juego, con mucha variedad de desniveles y carreteras con curvas. En mi caso, ya que yo no era una escaladora pura, este sube y baja
constante era mi paraíso", comenta la exprofesional, que solía entrenar muy a menudo por esta zona, donde también hay muchas pequeñas carreteras con muy poco tráfico rodado.
"Se puede hacer en cualquier época del año, aunque en zonas como Moià o Collsuspina puedes pasar frío en enero o febrero. En verano, puede ser demasiado calurosa. Sin embargo, los meses de septiembre y octubre son ideales. En realidad, ésta es una zona privilegiada porque se puede salir a rodar durante todo el año"
Esta ruta forma parte del proyecto "Cataluña con mirada ciclista. 10 mujeres. 10 rutas. 10 experiencias", desarrollado en colaboración con la Agència Catalana de Turisme. Aquí puedes verlo al completo.