Desde el punto de vista competitivo, la Strade Bianche es una de las carreras más interesantes del calendario. Pero, sin duda, ofrece un escenario perfecto para recoger alguna de las mejores fotografías del año. Es por ello que estaba encantado de poder cubrir por primera vez la prueba de las carreteras blancas de la Toscana. Me entusiasmaba descubrir diferentes posibilidades, nuevos puntos de vista, ángulos variados que captar con mi objetivo… Sin embargo, las circunstancias de carrera no facilitaron esta labor.
Mi piloto italiano Simone y yo pasamos gran parte del día en la retaguardia, atrapados detrás del pelotón con demasiada frecuencia. Incluso llegamos a ser expulsados por un comisario justo cuando parecía que podríamos rodar con comodidad en la parte delantera. A pesar de las frustraciones, es un día que nunca olvidaré. La lluvia a mediados de semana había compactado los tramos de sterrato, lo que favorecía a los intereses de los ciclistas pero reducía el impacto del polvo en suspensión en las imágenes. Aun así, en cuanto la carrera comenzó, esta peculiar característica de la Strade Bianche volvió a ser protagonista.
Relacionado – Roger de Vlaeminck también fue el rey de los dos mares
Relacionado – Badlands 2022: un manantial de emociones
En el control de firmas, situado en la Fortezza Medicea de Siena, el británico Tom Pidcock se mostraba relajado justo a sus compañeros del Ineos Grenadiers. Quizá pensando en su posterior exhibición.
El pelotón adentrándose en uno de los primeros tramos de sterrato del recorrido.
En una carrera de estas características, a menudo es mejor estar en cabeza, como pueden atestiguar los primeros escapados del día.
En la parte trasera del pelotón se sufre más. Lo cierto es que no es el mejor lugar para estar.
Las antiguas granjas toscanas salpicaban el paisaje a lo largo de la ruta, ofreciendo el innegable encanto de la Strade Bianche.
San Martino di Grania, con sus constantes ascensos y, sobre todo, descensos, es uno de los tramos de grava más largos (9,5 km) y temidos de la Strade Bianche.
Mathieu van der Poel parecía rodar con facilidad en cabeza durante gran parte de la carrera. Sin embargo, el ataque de Tom Pidcock rompió el pelotón y el neerlandés no pudo filtrarse en uno de los movimientos tratando de perseguir al británico, por lo que se le escapó la oportunidad de ganar su segunda Strade Bianche.
Tom Pidcock pasó al ataque a mitad de la sección del Monte Sainte Marie, a 50 kilómetros para la línea de meta. Una exhibición que arrancó con un descenso meteórico superando incluso a una de las motos de televisión.
Peter Sagan no pudo despedirse con una buena actuación en su última aparición en la Strade Bianche, concluyó en la 104ª posición a más de 14 minutos del ganador Pidcock.
Relacionado – Peter Sagan, una trayectoria carismática
El francés Valentin Madouas fue una de las grandes sorpresas de la jornada. Estuvo muy atento a los cortes en el sterrato, protagonizó una persecución infinita de Pidcock y acabó en segunda posición, confirmando que su podio en el Tour de Flandes de 2022 no fue fruto de la casualidad.
En esta ocasión, el icónico póster de la exigente subida a Via Santa Caterina fue para Tom Pidcock, quien sintió el aliento del público durante la tradicional ascensión enlosetada hacia la línea de meta.
El belga Tiesj Benoot, ganador de la prueba en 2018, fue uno de los protagonistas del primer grupo perseguidor junto a su compañero Attila Valter. El belga y el húngaro no se entendieron y no supieron aprovechar su superioridad numérica. Finalmente concluyeron en tercera y quinta posición.
Alex Aranburu (Movistar Team), Thibaut Pinot (Groupama-FDJ), Mathieu van der Poel (Alpecin-Deceuninck) y Michal Kwiatkowsi (INEOS Grenadiers) comandaron el pelotón en la llegada a meta a través de Via Santa Caterina.
Tras coronar la última subida, Pidcock se dirigió a la Piazza del Campo saboreando su victoria en la Strade Bianche 2023 por las calles del casco histórico de Siena.