Ciclos Otero, persiguiendo la innovación en un taller de barrio

Ciclos Otero, persiguiendo la innovación en un taller de barrio

Ciclos Otero ha dejado huella desde su creación en la década de 1920, convirtiéndose en una marca de referencia. Su historia ha sido un proceso constante por innovar en cuestiones técnicas, como el volúmetro o la potencia regulable, así como proyectos de movilidad sostenible en la actualidad.

Bicis Otero Eduardo Chozas Innovación Texto: Isaac Vilalta VOLATA30

En 1922 las bicicletas eran bicicletas. Sin más. En esa época no se hablaba de ergonomía ni de ligereza. Tampoco de geometrías diversas para los diferentes usos que requería. Ni existía ninguna guerra de materiales. Mucho menos se hablaba de la adaptación de la bicicleta al corredor. En ese contexto de austeridad —o simplicidad— tecnológica, nació Ciclos Otero. Aunque, en realidad, la marca renació poco después, y ya de forma definitiva, en 1927, en un taller de la calle Segovia de Madrid. Sin saberlo, Enrique Otero, su fundador, empezaba a trazar una línea que para nada sería recta.

Desde ese momento hasta la actualidad, nombres y equipos importantes han competido con una bicicleta Otero. Es el caso de Federico Martín Bahamontes, Julio Jiménez y también el de Marco Giovanetti, que ganó dos Vueltas con la marca. También los equipos de la O.N.C.E., el Seur, el Fuenlabrada, el Dormilón, la Casera... Cada bicicleta Otero tenía la firma de la marca con el emblema de la casa. Así ganó José Manuel Moreno el primer oro español en los Juegos Olímpicos de Barcelona en 1992 en la prueba del kilómetro contrarreloj en pista.

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En ese momento, las Otero se veían frecuentemente, ya era una marca reconocida, y la innovación jugó un papel central en ese progreso. “Desde sus comienzos, ha sido nuestro leitmotiv. Sin ese espíritu de cambio no hubiera existido el primer taller lleno de ideas”, rememora Sol Otero, hija de Enrique, el fundador, y hermana de Enrique, quien continuó el negocio familiar y tuvo un papel crucial en esa evolución.

Fotografía de archivo de Federico Martín Bahamontes sobre una bicicleta Otero

A lo largo de las décadas, Otero iría dejando huella. En primer lugar, por cuestiones técnicas. Y es en ese aspecto que a Sol le viene rápidamente a la memoria la bicicleta que montó Eduardo Chozas en la París-Roubaix de 1990. “Era una bicicleta específica y única, no solo para adaptarse al corredor sino que también tenía en cuenta los caminos y la dureza que tenía que soportar”.

Ante los límites del Infierno del Norte, el equipo pidió a Otero una bicicleta especial y específica. “No nos costó gracias a nuestro amor por el cicloturismo y las randonnées. Esa bicicleta nació del desarrollo y el diseño que evolucionó a través de nuestra propia experiencia. ¡Es que incluso existen modelos de bicis randonnées desde los años treinta en nuestro espacio histórico!”, comenta Sol Otero en referencia a la tienda que todavía conservan en el centro de Madrid.

Eduardo Chozas durante la París-Roubaix de 1990 (Foto: archivo Eduardo Chozas)

En aquel modelo con el que compitió Chozas, “se rectificó el tren trasero, la separación de vainas y entre ejes, además de la angulación e inclinación de la horquilla para conseguir una mayor estabilidad y absorción del bacheado del pavés que tenía que sufrir. Y todo esto sin quitar la ligereza al cuadro. Utilizamos acero, que es el material más noble, con series de tuberías con mayor rango de torsión y de absorción, pero nunca perdiendo la ligereza que tenía que llevar implícita”.

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Sol Otero recuerda al detalle las evoluciones de la empresa familiar a lo largo de los años, como cuando Enrique Otero, padre, ideó el volúmetro, una máquina para hacer una medición más exacta de la bicicleta específica para cada ciclista. O cuando diseñó en los años 40 la primera bicicleta con potencia regulable al mismo tiempo que la hacía más y más ligera.

La innovación, en efecto, el leitmotiv de Otero. Enrique, el hijo del fundador, ya fue un avanzado en estrategias de marketing, y sus campañas popularizaron la bicicleta. Ahora, Sol y su hijo Rodrigo, mantienen viva la llama y el espíritu de Otero ideando proyectos de movilidad sostenible para mayores y personas con discapacidad, aulas y cursos para animar a montar en bici y llevar una vida saludable, y organizado la Clásica Otero para recordar a figuras del ciclismo.

Imagen de cabecera: Movistar Team

Bicis Otero Eduardo Chozas Innovación Texto: Isaac Vilalta VOLATA30

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