El recorrido de la prueba en ruta presenta tres secciones diferencias a lo largo de sus cerca de 267 kilómetros. La primera es un tramo llano entre la salida situada en Helensburgh y la ciudad de Wollongong, seguido de una vuelta en la que los ciclistas deberán afrontar el paso por el Monte Keira (7,5 km al 5,7%) y, por último, el circuito urbano con hasta doce pasos por la línea de meta y la dura ascensión al Monte Pleasant (1,1 km al 8,6%). En total, más de 3.900 metros de desnivel positivo acumulado y un terreno que propone un amplio abanico de alternativas. Se disputará el domingo 25 de septiembre, de 2:15 a 8:50 (hora española).
Perfil y recorrido
El primer tramo, tras la salida neutralizada descendente desde Helensburgh, transcurrirá paralelo a la costa del Mar de Tasmania. Un recorrido de 27,7 kilómetros marcadamente llanos que servirá para formar la primera fuga habitual con las selecciones menos potentes en busca de protagonismo. Esta sección culmina en la que, unas horas más tarde, será la línea de meta que encumbrará al nuevo campeón del mundo. A partir de este punto, la carrera se adentra en el loop de 34,2 kilómetros que conduce a los ciclistas hacia el Monte Keira.
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Después de un breve avance por la ciudad de Wollongong, el paisaje urbano va dejando paso a un terreno en el que la arboleda gana protagonismo al mismo tiempo que la carretera, que se adentra en la frondosidad del bosque, cobra altura de manera ligera hasta el inicio del puerto. Se trata de una ascensión de 7,5 kilómetros, en un marcado entorno montañoso, y una pendiente media del 5,7%. El segundo kilómetro es el más exigente, con rampas que superan el 10%, aunque la parte final es más sostenida. Circuito del monte Keira / Fuente: UCI
Aunque el circuito urbano presenta una subida dura, el Monte Keira parece el único punto en el que los escaladores son claramente superiores a los velocistas para tratar de romper la carrera. Sin embargo, su emplazamiento, con más de 200 kilómetros por completar, hace pensar que dejará sin relevancia un puerto que por su cercanía a Wollongong, casi en el interior de la ciudad, podría haber tenido un mayor protagonismo introduciéndolo en más ocasiones. Aún así, no es descartable que alguna selección juegue su baza estratégica y plantee una carrera descontrolada desde aquí.
El descenso será muy rápido y técnico en su zona central, en la que acumula una serie de curvas estrechas con poca visibilidad y sin margen de error. Una vez finalizado, se abre un periodo de transición llana hacía el circuito urbano final sobre las calles de Wollongong. Los ciclistas que participaron en las pruebas contrarreloj lo conocerán, pues comparte en torno al 80% del recorrido, aunque añade el elemento diferencial y que acabará siendo clave para decidir el nuevo portador del maillot arcoíris: el Monte Pleasant.Circuito urbano en Wollongong / Fuente: UCI
Los ciclistas completarán doce vueltas por un recorrido de 17,1 kilómetros sinuoso, de características urbanas y plagado de curvas de 90º grados, aunque con una anchura suficiente para rodar con relativa tranquilidad. En medio de este itinerario, se ascenderá el Monte Ousley (700 m al 6,7%), que también formó parte de la contrarreloj, como antesala al duro kilómetro del Monte Pleasant, con rampas por encima del 14%. Una vez coronado, restan menos de diez kilómetros para la línea de meta, por lo que puede provocar los movimientos definitivos en la última vuelta en caso de que llegue un pelotón compacto.
Favoritos
Uno de los principales candidatos, por recorrido y características, es Wout van Aert. El belga decidió no participar en la prueba contrarreloj —segundo en 2020 y 2021— con el objetivo único de hacerse con el maillot arcoíris en ruta. Tras sumar una plata en Imola 2020 y repetir el mismo metal en los Juegos Olímpicos de Tokyo, Van Aert quiere hacerse con una prenda que ha lucido en hasta tres ocasiones en ciclocross, pero que todavía se le resiste en ruta. Tiene la capacidad de lograr la victoria atacando en solitario, en un grupo reducido o en una hipotética llegada masiva. Además, estará arropado por una selección que también cuenta con figuras como Remco Evenepoel o Jasper Stuyven.
Un duelo titánico sobre barro, que desde hace unos años se traslada también a la carretera. El neerlandés Mathieu van der Poel llega a Wollongong, igualmente con la vitola de favorito al oro. No estuvo en su mejor condición durante el Tour, pero en una temporada de altibajos ha afinado el tiro con hasta tres victorias en las clásicas belgas del mes de septiembre para tratar de hacerse con un arcoíris en ruta que ya logró en la categoría junior en 2013. El explosivo recorrido con hasta doce pasos por la exigente cota de Pleasant debe utilizarlo para romper el grupo de manera paulatina. A pesar de que este año su peculiar manera agresiva de correr ha virado hacia un ciclismo más estratégico, será uno de los corredores que propongan una batalla lejana.
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Una circunstancia que previsiblemente también intentará Tadej Pogacar. El esloveno se mostró humano en un Tour de Francia en el que hizo una demostración de pundonor a pesar de no lograr su tercer maillot amarillo. Es ambicioso y se adapta a cualquier terreno, una capacidad de la que ha hecho gala esta primavera con brillantes actuaciones en Strade Bianche, Milán-San Remo o Flandes, y, aunque falta cierta dureza en el recorrido del Mundial, parece que se ha marcado como objetivo el arcoíris. Consiguió la victoria en Montréal con solvencia ante Van Aert, por lo que será uno de los ciclistas más combativos y peligrosos en su particular búsqueda por confirmar su versatilidad, más propia de otra época.
El defensor del título, Julian Alaphilippe, acude a Wollongong con cierta incertidumbre, pues la caída en Lieja le ha condicionado el resto de la temporada. Nunca ha recuperado aquel nivel arrollador demostrado en 2019, pero tanto en Imola 2020 como en Flandes 2021 fue el ciclista más fuerte; y el más inteligente. Tan solo Peter Sagan ha logrado tres arcoíris consecutivos, por lo que el francés buscará una gesta muy complicada. La lista de grandes nombres la podría cerrar la gran sensación de este 2022, Biniam Girmay. El eritreo no tiene la selección más potente, pero siempre ha sabido desenvolverse solo en carrera y en un recorrido de este estilo se ha afianzado como una de las figuras con más opciones de medalla.
Nunca hay que descartar a un equipo muy sólido como el italiano, que quizá no tiene un gran favorito, pero sí un estilo combativo muy marcado y un abanico de ciclistas experimentados como Alberto Bettiol, Matteo Trentin, Davide Ballerini o Andrea Bagioli. En el caso británico, será el descaro y la juventud de Ethan Hayter o la de Fred Wright lo que les permita entrar en la disputa de las medallas. Una situación que, ante su público, buscará el combinado australiano con el liderazgo de Michael Matthews y el apoyo de ciclistas como Ben O’Connor, Jai Hindley o Nick Schultz.
El resto de outsiders, con grandes opciones siempre en una carrera tan especial como el mundial, lo completan ciclistas como Magnus Cort Nielsen (Dinamarca), el joven Magnus Sheffield (Estados Unidos), la otra baza neerlandesa, Dylan van Baarle, que ya fue segundo la temporada pasada, Alexander Kristoff (Noruega), las posibles aspiraciones de Iván García Cortina (España) o los franceses Benoît Cosnefroy, Christophe Laporte, Florian Sénéchal y Valentin Madouas.