Banyoles es uno de los grandes centros europeos del triatlón.
Y ahora es mi casa, y aquí tenemos el negocio de casa rural junto a mi marido. Llevo aquí desde 2012. Vine la primera vez para preparar los Juegos de Londres, y desde entonces, y hasta finales de 2017, fue mi base para la temporada ciclista durante unos siete meses, y luego regresábamos a Sudáfrica. Sin embargo, desde que empezamos Rocacorba Cycling, Banyoles es nuestra casa, aunque vayamos más o menos una vez al año a ver a la familia.
¿Habías vivido antes en Europa?
Cuando llegamos a Europa a buscar nuestro camino en el ciclismo profesional con mi ahora marido, Carl Pasio, vivimos también en Italia. Carl, de hecho, tiene familia italiana y ambos tenemos pasaporte italiano. Nos establecimos en el norte, cerca del Lago Maggiore, en la zona de Como. Era muy bonito al principio, y el primer año fue algo muy romántico. Sin embargo, con el paso del tiempo, nos dimos cuenta de que no nos compensaba, porque en Italia la gente puede tener la mente muy cerrada con la gente de fuera si no sigues sus costumbres. Nos dimos cuenta de que no puedes vivir sintiéndote siempre un turista.
El norte de Italia también es una zona con mucha actividad ciclista.
La zona es brutal pero las carreteras también son más peligrosas. Así que empezamos a buscar opciones y por entonces Girona estaba en boca de todo el mundo. Decidimos buscar opciones, pero fuimos directamente a Banyoles, sobre todo por el tema del lago. Mi marido también hace triatlones, así que buscamos un sitio donde también pudiera nadar. Desde entonces, nunca nos hemos arrepentido. Aquí, además, hay sitios perfectos para la bici, con una gran variedad de carreteras tranquilas. Los conductores son mucho menos agresivos con los ciclistas. Y desde el principio nos sentimos bienvenidos y nos encantó este modo de vida catalán, bastante diferente al estilo de vida italiano. La calidad de vida aquí es impresionante, hay comida de calidad a precios muy asequibles, la gente es muy cercana, nos hemos entendido muy bien con negocios cercanos... Para nosotros, ha sido una lección. En Sudáfrica venimos de una cultura donde todo es trabajo, trabajo, trabajo, y aquí se prioriza mucho más la calidad de vida.
¿Y para entrenar?
Yo soy escaladora, es en lo que más destaco como ciclista. Me gusta hacer puertos, y eso también es lo que me gusta de vivir aquí, que tengo puertos cerca e incluso puedes llegar a la base de los Pirineos. Hay puertos como el de la Mare de Déu del Mont con unas vistas espectaculares. Si hace buen día, en la cima tienes una visión de la zona de 360º. Y después está Rocacorba, que para mí se trata más bien de un reto. No es una subida tan larga, pero sus rampas son más duras. Es una subida que conozco bien, literalmente la tengo a un kilómetro de casa —ríe—. Quizás entrene en ella por lo menos dos o tres veces a la semana, así que creo que debo ser la ciclista profesional que mejor la conoce.
Para ti, ¿qué significa la bicicleta?
Lo mejor de ir en bicicleta, para mí, es la sensación de libertad que te da. Creo que por eso también es lo bonito de vivir aquí, que puedes experimentar esta sensación de libertad porque tienes muchas carreteras por descubrir, tranquilas, y donde te puedes sentir segura. Además, como mujer, para mí simboliza el empoderamiento. Es algo que, cuando te lanzas a hacerlo, te da fuerza y confianza. Además, hacer turismo en bici es una de las mejores maneras de ver el mundo, porque realmente te da oportunidad de ver cosas que no puedes ver si vas en coche o en transporte público.
Llevas ya unos años al máximo nivel. ¿Cuáles consideras los momentos clave de tu carrera?
A nivel deportivo, por supuesto 2018 fue una gran temporada. No soy una corredora de muchas victorias. Estoy muy orgullosa de mi carrera porque creo que he aprendido muy rápido. Llegué al ciclismo bastante tarde en mi vida, empecé a centrarme en la bicicleta cuando ya estaba en la Universidad, así que, en comparación con otras rivales que ya saben lo que es competir en bicicleta desde pequeñas, creo que he tenido una muy buena progresión. Creo que subir al podio final del Giro d’Italia aquel 2018 sería un momento clave, y obviamente sigue siendo mi objetivo poder ganar el Giro o alguna carrera del WorldTour, pero estoy contenta por ser una de las ciclistas más consistentes y regulares del pelotón.
¿Cómo fueron esos inicios en Europa?
Muy diferente cuando vienes de un país como Sudáfrica. Descubrí que tenía talento para la bicicleta cuando estaba estudiando en la universidad, como decía, porque mi pareja hacía triatlón así que empecé a entrenar en bici con él. Fue quien me dijo: “puedes convertirte en una de las mejores ciclistas del mundo”, aunque al principio me costó creerlo. Los inicios nunca son fáciles. Me planteé empezar a intentarlo en Europa cuando ya obtuve muy buenos resultados en Sudáfrica, aunque ya pude ver cuán diferente es la naturaleza de las carreras. En Sudáfrica todo son grandes carreteras, no tenemos tanta carretera vieja, pasos estrechos, tramos de adoquín, etc. El tránsito al pelotón europeo es difícil porque tienes que mejorar técnicamente muy rápido. ¡En mi primer año de profesional me rompí la clavícula tres veces! Pero año a año ves que vas a mejor, y disfrutaba muchísimo del reto.
Aquel 2018 también subiste al podio de La Course que organizó el Tour de Francia, una etapa de montaña donde acabaste por detrás de Van Vleuten y Van der Breggen. ¿Sientes que te ha tocado compartir pelotón con corredoras muy dominadoras?
Es verdad, las ciclistas holandesas son muy fuertes y muy dominantes. Creo que hay una razón muy sencilla y es que han crecido rodando en bicicleta, literalmente. Van al cole pedaleando y a cualquier sitio, y en muchos casos también han competido desde pequeñas, porque allí hay muchas carreras. Es por eso que siento que ha sido un gran reto lograr llegar a su nivel. Es difícil competir contra un país con tanta influencia en el ciclismo: es un reto correr contra ellas, vengo de correr por un equipo holandés, acabo de fichar por otro equipo holandés… pero también me ha servido para entender más cosas de su mentalidad y espero que me sirva en los próximos años.
Te has implicado mucho en dar tu voz sobre el modelo de negocio del ciclismo femenino.
Creo que es bueno para el ciclismo femenino que corramos las mismas grandes carreras que los hombres, creo que da una exposición que sería difícil conseguir si fuera una carrera totalmente diferente. Por otro lado, es difícil. Siempre digo que no tenemos que aspirar a imitar al ciclismo masculino. El deporte en sí es algo diferente, en la manera que corremos, por ejemplo. Creo que es algo que hace que el ciclismo femenino sea apasionante: es algo más explosivo, más atacante. Además hay algunos problemas estructurales que arrastra la industria del ciclismo masculino que estaría bien no imitar, empezando por el tema de los derechos televisivos.
¿Qué esperas del futuro?
Ahora acabo de firmar un contrato de dos años con el nuevo SD Worx —antiguo Boels Dolmans—, por lo que compartiré equipo con la campeona del mundo, Anna Van der Breggen. Después de esto, tengo ya en mente la retirada. Me gustaría ser madre y empezar una familia, pero para nada quiero cesar mi implicación por el ciclismo. Por supuesto, tenemos en marcha el proyecto de Rocacorba Cycling donde ofrecemos acomodo para ciclistas, pero también tengo ganas de estar implicada en el desarrollo del ciclismo femenino a largo plazo. Tengo mucha pasión en ver crecer la industria del ciclismo femenino y convertirla en una buena opción de futuro para que las ciclistas lo vean como una carrera factible, y ya sea desde la dirección de equipos o desde una posición más estratégica, quiero seguir involucrada.