Todos, en algún momento, hemos sentido la necesidad de explorar. Explorar tu zona, tu comarca, tu provincia, tu comunidad autónoma, tu país, el mundo… Y la bici es, sin duda, una máquina que invita a ello continuamente.
En mi caso, cuando empecé a montar en bici, a principios de los noventa, sentía a diario una inquietud tremenda por explorar sobre ella cada rincón de mi zona. En aquella época, los medios de los que se disponía eran limitados, así que uno tenía que ser atrevido e inquieto y preguntar a la gente. Hoy día, eso ha cambiado por completo gracias a la tecnología. Es muy fácil acceder a información sobre cualquier rincón del mundo a través de plataformas que te permiten dibujar tus propias rutas. Para esta aventura, de 95 km de distancia, usamos komoot.
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Te invitamos a conocer komoot, una aplicación que puede definirse como “una guía de turismo para ciclistas” donde puedes seguir la ruta ya creada por alguien de la comunidad, crear tu propia ruta, obtener información adicional sobre ella, leer reseñas, hacer preguntas a otros usuarios, ver fotografías gráficas de recorridos… En resumen, una manera fácil de explorar con garantías.
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La puerta de Europa
Nos situamos en la Isla de Tarifa, el punto más meridional de la península ibérica, el sur de Andalucía, de España y de Europa. Es una una ubicación estratégica, la puerta de entrada y salida hacia el continente africano mundialmente conocido por los aficionados a los deportes acuáticos, en especial al windsurf, el kitesurf y el buceo. Nos separan de Tánger, de África, menos de 13 kilómetros.
El semicírculo montañoso que rodea Tarifa desde Punta Paloma y hasta el sendero del Estrecho esconde una inesperada riqueza medioambiental en forma de flora y fauna que sorprende, debido a la imagen preconcebida que tenemos de este pueblo gaditano.
Arrancamos, pues, la jornada desde la Isla de Tarifa, conocida popularmente como Isla de la Paloma. Es un punto estratégico que permite tener en una imagen angular: a la derecha, Marruecos y el mar Mediterráneo; al frente, Tarifa, rodeada por la Sierra de Ojén —una de las zona que exploraremos—, el Castillo de Santa Catalina y el Castillo de Guzmán el Bueno; y si desviamos nuestra mirada ligeramente a la izquierda, nos podemos recrear con la playa de Los Lances, donde rompen las olas del Océano Atlántico. Y al fondo, vemos una gran lengua de arena, la espectacular duna de Punta Paloma.
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Damos las primeras pedaladas por el paseo marítimo de Tarifa y durante unos 10 km, transitamos por la antigua carretera que une Tarifa con la localidad vecina de Facinas, una vía estrecha y agradable. Dejamos la carretera y accedemos al sendero de Salavieja, en dirección a la antigua carretera provincial CA-221 de los Barrios. Hoy es una pista de grava perfectamente transitable parecido a los tramos de sterrato de la Strade Bianche.
Pasado el embalse de Almodóvar, comienza una subida tendida y constante, adornada por alcornoques, donde es fácil tener la compañía de una multitud de aves, tanto autóctonas como migratorias, ya que los vientos del valle favorecen el paso de las mismas al continente africano. La recompensa al finalizar la subida, sobre el kilómetro 30, es el mirador del Puerto de Ojén.
Desde este punto, tenemos una bajada rápida y favorable de unos 10 km por el Parque Natural de los Alcornocales, donde conectamos con la antigua carretera que unía Jerez con Los Barrios, más conocida como La ruta del Toro, y que en la actualidad es una tranquila vía de servicio frecuentada por todos los ciclistas de la zona. Rodamos unos 2,5 kilómetros con el objetivo de tomar una café y una buena tostada con pan macho en la mítica Venta el Frenazo. Es inevitable desviarse esos 50 metros de la ruta trazada para disfrutar de este momento.
Después del avituallamiento, y ya para ir poniendo el cuerpo a tono para la Sierra de las Corzas, la siguiente ascensión de la jornada, rodamos durante unos 8 km por el corredor verde, una adecuación de uso no motorizado paralelo al río de las Cañas. Posteriormente, haremos frente a una corta pero exigente subida, que no sólo nos irán poniendo las piernas a punto para lo que viene, sino que, además, nos ofrece unas espectaculares vistas al embalse del Prior.
Un puerto en toda regla
El plato fuerte de la jornada, el puerto de las Corzas, arranca unos kilómetros más adelante con una subida de unos 10 kilómetros que nos conduce de lleno al corazón del Parque de los Alcornocales. Los primeros metros se afrontan por una antigua calzada romana, algo que lo hace un poco incómodo, pero, oye, eso también nos obliga a poner a prueba la técnica. Después de abrir cuatro cancelas de la vía pecuaria, dejándolas, claro está, en la misma posición en que la encontramos, podemos ver a la izquierda un sendero que lleva a la cascada y poza de la Garganta del Capitán.
A partir de este punto, comenzamos la parte más cómoda del puerto de las Corzas, una subida en toda regla, propia del ciclismo de carretera, con piso firme y curvas de herradura que invitan a llevar un buen ritmo, sin perderse las vistas que nos ofrece la subida. Poco a poco vamos tomando altura, viendo la bahía de Algeciras, el campo de Gibraltar y, ligeramente, la costa de Marruecos, siempre rodeados por un bellísimo bosque de alcornoques, quejigos, acebos y ojaranzos, entre otras especies.
En la bajada, ponemos rumbo al sur dejando atrás el Parque Natural de los Alcornocales. Buscamos encaminarnos hacia otra zona protegida, el Parque Natural del Estrecho, y lo hacemos por una bajada en buen estado y rápida, que nos vuelve a regalar imágenes poco vistas del estrecho de Gibraltar. Llegados a la N-340, cruzamos en dirección Pelayos para girar a la derecha y, poco antes de llegar a esta localidad, buscando el cortijo de la Hoya, vemos el cerro del Tambor, donde los aerogeneradores del parque eólico vuelven a formar parte del paisaje. Nosotros, mientras, disfrutamos de la pista de tierra que desciende hacía el mar.
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De la montaña, al mar
Indudablemente esta es una ruta llena de contrastes, de paisajes, de terrenos... pero el mayor lo encontramos, desde mi punto de vista, cuando llegamos a la orilla del mar Mediterráneo. Este es el momento en el que levantas la mirada y dices… ¡¡¡guauuuuu!!! ¿De dónde vengo y dónde estoy? ¡Es increíble! Casi con los pies en el agua, la estampa a destacar es la de unos pescadores realizando su faena en la orilla, los acantilados, el tráfico marítimo del estrecho y África a tiro de piedra. Todo luce como un cuadro iluminado por el sol con el cielo azul que se refleja en el mar.
Pero aún no hemos terminado. Una subida de empedrado y hormigón nos sitúa a los pies de la Torre del Guadalmesí, construida en el siglo XVI junto al río del mismo nombre, para evitar el aprovisionamiento de agua por parte de los buques enemigos. En el paseo nupcial de 9 kilómetros que nos queda desde ahí y hasta Tarifa por el sendero del estrecho o colada de la costa, podemos ir bien por la calzada, algo bastante incómodo por la cantidad de piedras, o por el propio sendero. En este caso, la decisión fue clara: el sendero.
Esta colada de la costa nos deja directamente en el núcleo urbano de Tarifa, en el puerto de Tarifa, principal vía de embarque hacia Tánger, y a los pies del castillo de Guzmán El Bueno, uno de los monumentos culturales e históricos más importantes de la población gaditana. El fin de nuestra aventura bien se merece un homenaje, disfrutando de su gastronomía local y de su gente. Es el camino de la vida. El ciclismo te invita a explorarlo y a llenar la maleta de continuos e inolvidables momentos.
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