El pequeño pueblo de Vigodarzere, próximo a la ciudad de Padua, cuenta con una relación más que cercana con el Giro d'Italia. Se trata de un lugar tranquilo situado en el noreste de la Llanura Padana, en una de las últimas zonas antes de los Alpes italianos, y algo frío durante los meses de invierno. Allí se encuentra el taller Coppe e Trofei Penello Mario, que desde el año 1999 se encarga de la fabricación del preciado trofeo que se le entrega al ganador del Giro de Italia: el Senza Fine.
El diseño es obra de Fabrizio Galli, quien ganó un concurso convocado por el Instituto Italiano del Cobre para la confección de un nuevo galardón. Tanto La Gazzetta dello Sport como RCS, empresa organizadora del Giro, quedaron asombrados con el boceto, por lo que fue seleccionado para su construcción en el taller de Mario Penello. “Aquella primera propuesta se hizo sobre un prototipo en digital, así que plasmarlo a la realidad no fue fácil en un principio. Los costes no eran especialmente razonables, aunque tras numerosos intentos lo conseguimos”, explica Luca Penello, hijo de Mario, que actualmente dirige el negocio.
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El Trofeo Senza Fine tarda un mes en fabricarse. El primer paso es redondear una barra de cobre. Poco a poco se le va dando forma con una máquina dobladora hasta que se le aplica un primer pulido. A continuación, se trata térmicamente y se retuerce para darle la reconocible forma de espiral. Tras conseguir la medida exacta se añade la base y se vuelve a pulir el trofeo. Por último, se realizan las inscripciones de los ganadores anteriores con un láser y se le aplica un caño de arena fina. "La parte más difícil del proceso es dar forma al trofeo e inscribir los nombres, sin duda”, destaca.
Además, se trata de una pieza muy delicada y complicada de replicar, por lo que desde el taller nos explican que una vez se ha fijado la singular forma de espiral hay que tener sumo cuidado con cualquier retoque que se quiera añadir.
"Se parece un poco a uno de esos instrumentos de tortura —coincide—, pero necesitamos todas estas clavijas de metal para sostener el cobre e ir elaborando poco a poco esa forma tan característica". Una vez terminado, el Trofeo Senza Fine mide cincuenta y cuatro centímetros y pesa nueve kilos y medio. La empresa también se encarga de los trofeos de Milán-Sanremo, Milán-Torino, Strade Bianche y el tridente de la Tirreno-Adriático.
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Pero el trabajo de Luca no finaliza cuando esta belleza bañada en oro de dieciocho quilates sale de su atelier. Desde la edición del Giro de 2017 —con final en la Piazza del Duomo de Milán— Penello ha estado presente en la meta de la carrera para grabar personalmente el nombre del ganador en el trofeo con un pantógrafo manual. "Es un gran honor para mí hacer un trofeo como este, tan importante, tan famoso y tan rico en historia."