Todo empezó cuando desde mi equipo, el Euskaltel-Euskadi se pusieron en contacto conmigo para hacerme llegar una propuesta a la que no podría decir que no. Desde el colectivo La Red de Ciudades por la Bicicleta estaban organizando unas jornadas sobre movilidad en el Senado y que habían pensado en mí para participar en ellas. Me pareció una idea estupenda, porque aparte de estar muy concienciado con la causa, creo que los que somos ciclistas profesionales tenemos que aprovechar el altavoz mediático que tenemos con respecto con otras personas. Además, la Fundación Euskadi, base de los equipos ciclistas, es una organización con un proyecto social y, en ese sentido, el Euskaltel-Euskadi es un conjunto sin igual al que este tipo de acciones le encaja perfectamente con su esencia.
También daba la casualidad que el presidente del Senado, Ander Gil, es ciclista y, gracias a la bicicleta ya lo conocía y tenía una buena relación con él. Así que, de algún modo, sentía que tenía que aprovechar tener a un ciclista ahí, en la Cámara Alta, para hacer ruido y darle aún más dimensión. Se me ocurrió la idea de ir en bici hasta Madrid y recorrer 600 kilómetros. Eran unas jornadas de movilidad, ¿verdad? Así que lo suyo era ir pedaleando; no en tren, ni en coche ni en avión, y predicar con el ejemplo.
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Arriba: imagen del primer día de ruta (Foto: A. Ortiz) / Abajo: Luis Ángel Maté y Antonio Ortiz entran en el Senado bici en mano
El viaje, que partía desde Marbella y en el que me acompañó mi amigo Antonio Ortiz, fue una auténtica pasada. Ver todos aquellos paisajes con un verde espectacular en el mes de abril fue precioso. Pasamos por zonas linceras —no, no vimos ningún lince—, como el Parque Natural de Cardeña y Montoro. El primer día recorrimos 273 km entre Marbella y Fuencaliente; y el segundo día, 285 km de Fuencaliente hasta Madrid.
El presidente del Senado se nos unió en Aranjuez, porque así podríamos hacer un poco más de ruido mediático. Tenía que haberlo hecho un poco antes, en Yepes, pero no fue posible por temas de logística.
Desde Aranjuez hasta nuestro destino pudimos pedalear unas dos hora y media. Tuvimos todo el día el viento a favor pero desde que vino él, el viento se giró y toda la parte final, buah, de cara. Fue horroroso, y de verdad pensaba que ¡no llegaríamos a tiempo para la sesión del Senado!
Además, me entró una pájara. Creo que el presidente se pensó que le estaba vacilando, pero no, me dio una pájara de verdad. También había estado mal de salud y supongo que me vacié. Me tuve que parar a comer. Hicimos una parada en un supermercado en medio de un pueblo, me compré todo lo que había, y me lo zampé todo: palmeras de chocolate, gominolas, fruta, plátanos... De todo. Imaginaos el percal, porque tuvimos que saltarnos el track marcado y los escoltas vieron que nos estábamos desviando de la ruta.
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La llegada a Madrid fue muy especial. Yo le tenía mucho respeto a ese momento, porque tenía la imagen de que era gran urbe que no estaba preparada para las bicicleta. Nunca antes había entrado a Madrid en bici, exceptuando en la Vuelta a España, pero eso no cuenta porque tienes todas la calles cortadas para ti. Tenía un poquito de miedo, pero tengo que decir que fue una experiencia preciosa, porque pudimos entrar hasta el corazón de Madrid y llegar hasta el Senado sin problemas.
El presidente del Senado, Ander Gil, saluda a Maté. Esa misma mañana habían estado pedaleando juntos.
Después de hacer 600 kilómetros, y acompañado de mi amigo Antonio Ortiz y Ander Gil, conseguir completar el reto fue una sensación muy muy bonita y emocionante. Además, cuando llegamos al Senado, ver a los agentes de la Policía Nacional, los escoltas y toda lo supone una institución de esta envergadura también impresiona. Sin embargo, momentos como este aun te refuerzan más sobre la grandeza del ciclismo, porque en las dos últimas horas se nos había olvidado que estábamos rodando con el Presidente del Senado. Era un ciclista más, como nosotros. Ahora, fuera de la bici, todo tomaba otra dimensión, y tomas consciencia de que la bicicleta es instrumento socializador y democratizador extraordinario.
Una vez en el Senado, nos cambiamos —habíamos mandado las maletas por mensajería y las bolsas para las bicis para volver en tren al día siguiente— y empezó la sesión sobre cicloturismo en la que también estaban Manuel Calvo (coordinador de la red EuroVelo España), José Luís López Cerrón, el presidente de la Federación Española de Ciclismo, y la ciclista profesional Aida Nuño.
Me preguntaron: "¿tienes el PowerPoint para ponerlo en la pantalla?" Madre mía… Y yo no llevaba ni un papel con notas. Tengo que reconocer que no me había preparado nada, pero tenía muy claro lo que tenía que decir. Hablé con el corazón, aunque se me quedaron algunas cosas en el tintero, como el tema de la seguridad vial.
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Maté en el momento de su intervención
Creo que ha sido una experiencia que ha tenido un impacto muy positivo y ha tenido mucha repercusión mediática. Cuanto más se hablen de estos temas, más conseguiremos que cambien las cosas. Son pequeñas acciones, que quizás parecen anécdotas, pero cualquier pequeña acción ya es por sí misma muy grande. Si todos hacemos pequeñas acciones de estas, obligaremos a quien corresponda a que tomen decisiones políticas para gobernar de otra manera, lo que tendrá un impacto mucho más grande.
En toda esta ecuación, todos tenemos una responsabilidad, porque la movilidad y la sostenibilidad nos compete a todos, pero, sobre todo, nosotros los ciclistas tenemos una responsabilidad mayor que el resto, porque tenemos en nuestras manos el instrumento ideal para este cambio en el modelo de las ciudades, que es la bicicleta.
Cuando terminamos, Ander nos dijo que quizás Antonio y yo habíamos sido los primeros en entrar en el Senado en bici por la puerta principal en la que entran todas las autoridades y senadores. Eso no pasa todos los días. Fue un acto algo simbólico, sí, pero muy potente. ¿No creéis?