Crónicas del Tour de Francia 2023: intensa primera semana

Crónicas del Tour de Francia 2023: intensa primera semana

Ataques, indicios de crisis, ritmo endiablado, alegrías, frustaciones... Hacia tiempo que no se vivía una primera semana del Tour de Francia con tanta intensidad como este 2023. Y hemos hecho un repaso de todo lo sucedido las primeras nueve etapas de la carrera a través de sus crónicas.

2023 Tour de France Texto: Equipo VOLATA Tour de Francia Tour de Francia 2023

La primera semana del Tour de Francia 2023 ha sido una exitosa combinación de terrenos, recorridos, protagonistas inesperados y rivalidades. En pocas palabras: ha tenido de todo. Jornadas explosivas y versátiles durante el Grand Départ del País Vasco, oportunidades para los velocistas en las que Jasper Philipsen ha sido el gran dominador, unos prematuros Pirineos en los Jonas Vingegaard y Tadej Pogacar demostraron que el maillot amarillo es cosa de dos y el esperado regreso del Puy de Dôme. También fugas reprimidas, fatiga acumulada, tensión y caídas amargas.

En este primer día de descanso hemos querido recuperar los crónicas de los primeros nueve días de competición para hacer un repaso completo a todo lo que sucedido hasta el momento en el Tour de Francia 2023. En nuestro perfil de Instagram puedes leer cada día la crónica al término de la etapa.

Primer día de contrastes — Etapa 1

Fotografía: PhotoGomezSport

La marea naranja ha teñido por un día el reluciente amarillo del Tour de Francia. Desde primera hora de la mañana el público se agolpaba en las cunetas, saltando, bebiendo, bailando y animando horas antes de que pasara el pelotón del Tour. Incluso se ha coreado con entusiasmo a una grúa que estaba cargando una moto averiada de la organización, como ha compartido la periodista Laura Meseguer, y columnista de VOLATA, en un vídeo. Ha sido una auténtica fiesta de ambiente ensordecedor y apoyo incondicional a los ciclistas. Pero el calor del público, que conformaba una heterogénea mezcla de maillots de Euskaltel, camisetas del Athletic e Ikurriñas, ha estado acompañado de un espectáculo deportivo difícil de recordar en una jornada inaugural del Tour de Francia.

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El pelotón se partió en mil pedazos tras acumular más de 3.500 metros de desnivel y la emoción se mantuvo a flor de piel por conocer quién iba a ser el primer maillot amarillo. Tadej Pogačar atacó en Pike Bidea, dejando constancia de que está plenamente recuperado, Vingegaard lo retuvo y entonces fueron los hermanos Yates —Adam (UAE) y Simon (Jayco AlUla)— los que aprovecharon para conseguir una pequeña ventaja en el descenso.

Cooperaron, aunque por momentos mostraron sus reticencias, se jugaron la victoria en un mano a mano en las calles de Bilbao y la balanza se decantó del lado de Adam en un último kilómetro en el que Simon cayó como fruta madura. Jugada perfecta para el UAE Team Emirates: triunfo y liderato pero sin que Pogačar, que arañó 4” de bonificación, asuma el desgaste que acarrea portar el maillot amarillo.

Fotografía: A.S.O.

La jornada parecía idílica y sin incidencias, pero la mala fortuna se cebó con Richard Carapaz (EF Education-Easy Post) y, especialmente, con Enric Mas (Movistar Team). Dos favoritos fuera de una tacada. Ambos ciclistas se vieron involucrados en una caída en el descenso del Alto del Vivero. El ecuatoriano, dolorido de su rodilla izquierda, pudo reprender la marcha a duras penas cediendo más de 15 minutos en la línea de meta. Sin embargo, la cara de rabia e impotencia del corredor balear quejándose del hombro junto a los médicos de carrera no eran demasiado alentadoras hasta que acabó confirmándose el abandono.

Horas más tardes conoceríamos el fatídico diagnóstico: “Fractura de escápula derecha sin desplazamiento. Abrasiones superficiales en brazos y piernas”. Duro revés para Enric Mas, que era uno de los candidatos al podio en París.

Una cuestión de fe — Etapa 2

Convencimiento y confianza. Esas dos palabras definen la fé en una de sus acepciones del diccionario. Aquella que tiene ciertas similitudes al concepto de no rendirse pese a que las evidencias y las circunstancias digan lo contrario. En las calles de San Sebastián, tras más de 200 duros kilómetros duros y correosos, y resistir las acometidas en el Alto de Jaizkibel, el francés Victor Lafay empleó ese dogma con una seguridad asombrosa. Bajo la pancarta del último kilómetro, el ciclista del Cofidis supo interpretar el cómo y el cuándo para estrenar su palmarés en la ronda gala. 

Fotografía: Alex Broadway / SWPix

Apareció por sorpresa desde la parte trasera del pelotón y en cuestión de pocos metros consiguió abrir una mínima brecha ante la atónita mirada de todos sus rivales, donde no hubo reacción. Es en ese momento cuando la fé actúa casi por oficio. Irrumpió con fuerza, a tope y sin mirar atrás, así es cómo fue capaz de estirar esa pequeña diferencia hasta la línea de meta. Lafay alzó los brazos con una mezcla de rabia, alegría e incredulidad mientras por detrás Wout van Aert se lamentaba nada más cruzar. Tadej Pogačar, tercero, volvió a sumar 4” de bonificación, a los que sumar los 8” conseguidos en Jaizkibel.

Y no es una victoria cualquiera. Supone el final a una larga travesía de quince años sin triunfos de etapa para el conjunto Cofidis en el Tour. La emoción era compartida entre todos los integrantes del equipo. Los utilleros estaban exultantes y cada vez que un ciclista llegaba a la altura de Lafay se fundía en un abrazo con su compañero. Incluso el alemán Simon Geshcke, que llegó a más de 14 minutos, lo celebró como un triunfo propio. Porque para un equipo francés, ganar en el Tour es lo máximo, casi el único objetivo de cada temporada, y vital para la supervivencia en el pelotón internacional.

Fotografía: Zac Williams / SWPix

Las casualidades son muchas veces inverosímiles y esta forma de ganar, poco habitual en el ciclismo contemporáneo, se asemeja a la ocasión en la que Dominique Arnould mantuvo a raya al pelotón en el Tour de 1992. Fue también en San Sebastián, con un último kilómetro agónico camino de la misma línea de meta, aunque en dirección contraria. 

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"Profit, profit" - Etapa 3

La tercera etapa del Tour de Francia, con final en Bayona, ya en territorio francés, ha dado la primera oportunidad a los velocis-tas, que la han sabido aprovechar con un final ajustado y con algunas notas de polémica. Jasper Philipsen se ha aprovechado del lanzamiento de su compañero de equipo Mathieu van der Poel para conseguir una victoria al esprint en la que Wout Van Aert ha renunciado a disputarlo al verse ligeramente cerrado por el corredor del Alpecin-Deceuninck en el punto en que la meta curveaba hacia la derecha. El del Jumbo Visma simplemente ha decidido no arriesgar.

Fotografía: Alex Whitehead / SWPix

Ese movimiento Philipsen, que ha implicado un leve cambio en la trayectoria, ha obligado los comisarios a reunirse para decidir si debía ser sancionado o no. Finalmente, Philipsen no ha sido amonestado y ha sido declarado vencedor de la etapa por delante del debutante Phil Bauhaus (Bahrain Victorious) y de Caleb Ewan (Lotto-Dstny).

A pesar de esos momentos de tensión final, la etapa de hoy ha tenido otros dos protagonistas muy claros: Laurent Pichon (Arkéa-Samsic), que ha estado escapado durante 154 km, 118 km de ellos, en compañía de Neilson Powless, cuya misión era la de seguir afianzando su primer lugar en la clasificación de la montaña. El americano del EF Education First se lo ha pasado en grande celebrando cada uno de los puntos conseguidos con la complicidad de su compañero de fuga, que ha entendido que aquella no era su lucha. Una vez obtenidos todos los puntos posibles hoy, Powless se ha despedido de Pichon, se ha colgado una bolsa de avituallamiento y se ha dejado engullir por el pelotón.

Fotografía: A.S.O.

El bretón ha seguido en solitario hasta que ha sido cazado a 44 km de meta por el gran grupo. Ha sido durante esa cavalgada que el corredor de treinta y seis años ha podido escuchar el mensaje que su mujer le ha mandado a través de la radio del equipo:"Allez, c'est super ce que tu fais. Profite, profite. Je t'aime fort" (*Vamos, lo que estás haciendo es muy grande. Disfruta, disfruta. Te quiero mucho"). Lo hemos podido escuchar todos los espectadores en la señal internacional de televisión gracias a una de las novedades técnicas que el Tour ha incorporado este 2023.

La posibilidad de escuchar fragmentos de las comunicaciones internas aporta más espectacularidad a la vez que cercanía a las retransmisiones y permite conocer más caras de este deporte tan complejo. Pero no todos los equipos han estado de acuerdo en facilitar la señal: Alpecin-Deceuninck, Cofidis, Jayco-AlUla, Movistar y Groupama-FDJ han denegado su permiso. Eso significa que no podremos escuchar a uno de los grandes show-mans del peloton, Marc Madiot. ¡Qué pena! (o no).

Fórmula Alpecin - Etapa 4

Philipsen y Van der Poel. Jasper y Mathieu. De nuevo, la pareja de moda en el Tour de Francia ha vuelto a ser protagonista en una cuarta etapa insulsa con el pelotón mirando de reojo a los Pirineos. La emoción y la tensión se ha reducido a los metros finales, que se han transformado en una yincana de curvas, peraltes, caos, desorden y caídas. En esa situación, el belga Philipsen se ha aprovechado por segundo día consecutivo del lanzamiento de su compañero de equipo para hacerse con la victoria en el circuito Paul Armagnac de Nogaro. También por segundo día consecutivo la victoria del esprinter del Alpecin-Deceuninck se ha visto envuelta en cierta polémica después de que los comisarios hayan sancionado a Van der Poel por “no mantener la línea” durante la llegada.

Fotografía: SWPix

El neerlandés ha metido codos y ha remontado desde una posición muy retrasada para abrir el hueco necesario y que Philipsen tan solo tuviera que poner la guinda al pastel a menos de 200 metros para la línea de meta. Pero lo ha hecho desplazando de su trayectoria a Biniam Girmay, en una maniobra al límite que los jueces han considerado ilegal horas después. Ese movimiento, a la postre, ha sido clave para que el belga haya batido a Caleb Ewan (Lotto-Dstny), que aun así rozó el triunfo, y a Phil Bauhaus (Bahrain-Victorious), al que también sancionaron más tarde por “obstruir a corredores a 1,8 km de meta”.

El desenlace, previo a la sanción, evidencia dos circunstancias: que el esprinter del Alpecin-Deceuninck es el gran dominador de las volatas y que a día de hoy Mathieu Van der Poel se ha convertido en el mejor aliado para llegadas de este estilo, un lanzador contrastado. Ahora esta fórmula queda un tanto en entredicho, aunque no la empaña por completo. La inclusión de este registro a su repertorio honra al neerlandés, aunque esperemos que su presencia en este Tour sea más activa buscando también lucimiento personal y, por ende, un mayor espectáculo en etapas predestinadas a que sucedan pocas cosas. Quizá en la conversación que ha mantenido junto a Wout van Aert en la parte trasera del pelotón estaban gestando algún movimiento temerario en las próximas etapas.

Fotografía: Alex Whitehead / SWPix

Hoy hubiera sido un buen día para proporcionar esa emoción, pero ni el recorrido ni la sombra de los Pirineos lo han facilitado. El propio Van Aert lo ha intentado en una zona expuesta al viento a 120 kilómetros provocando un pequeño corte y el atisbo de abanicos. Fue un destello fugaz. El pelotón no estaba dispuesto a echar por tierra la tranquilidad que había imperado durante las dos primeras horas de carrera y que se mantuvo hasta prácticamente los últimos 10 kilómetros. Tan solo Benoît Cosnefroy (AG2R Citroën) y Anthony Delaplace (Arkea-Samsic) han conseguido una pequeña diferencia, casi sin querer, tras el esprint intermedio. Borrón y cuenta nueva, mañana llega la montaña.

Caos y pinganillos - Etapa 5

La crónica de la quinta etapa del Tour de Francia podría zanjarse con un "Vingegaar, sí, Pogačar, ay". Sin embargo, queda tanta carrera y tantas cosas pueden cambiar que es algo atrevido hacer afirmaciones contundentes a estas alturas. Quizás el día malo, el que siempre llega en algún momento u otro, lo tuyo ayer Pogačar; quizás a Vingegaard le llegará más adelante.

El esloveno llega teóricamente más fresco a este Tour, porque casi no ha podido competir debido a su lesión en la muñeca y eso podría darle ventaja en el tramo final del Tour. El danés, en cambio, ya volaba en el Criterium Dauphiné y eso podría pasarle factura más adelante. Veremos cómo responden sus cuerpos a medida que se vaya acumulando la fatiga.

Fotografía: Jumbo-Visma

Lo que sí podemos dar por cierto es que perder el maillot amarillo puede dar un descanso al equipo UAE, que a partir de la sexta etapa ya no tendrá que asumir esa responsabilidad y solo preocuparse de arropar a Pogačar y recuperarlo del revés: perdió casi 1 minuto en la meta de Laruns con respecto a su rival danés.

Quien viste ahora de amarillo es Jai Hindley, un debutante en el Tour, pero, ojo, ganador del Giro d'Italia en 2022. Según las estadísticas, ayer 5 de julio de 2023 se convirtió en el octavo australiano en vestir el maillot amarillo, tras su victoria en una etapa loca en el primer contacto con la montaña pirenaica. Parecía que llevábamos ya dos semanas de Tour de Francia a tenor la calidad de las fugas y de los ataques: Wout Van Aert, Victor Campenaerts, Félix Gall, Julian Alaphilippe, Mads Pedersen, Jonas Vingegaard, Giulio Ciccone, etc. Sin embargo, estábamos en la quinta etapa, con las piernas aún muy frescas y la adrenalina desbocada.

Fotografía: James Startt

Mientras Hindley tragaba saliva y se quedaba sin palabras ante los micrófonos cuando le preguntaban qué significaba ponerse de líder y haber ganado una etapa en su primer Tour, Ciccone se mostraba visiblemente enfadado en la meta. Estaba "arrabbiato", como han recogido algunos medios italianos. El corredor del Lidl Trek no dejaba de repetir "non capisco, non capisco". Sentía que había perdido una oportunidad para conseguir la victoria de etapa. Ciccone iba en el grupo perseguidor que se formó en los último kilómetros del Marie Blanque en el que también estaba Vingegaard, cuando desde el coche de equipo le habían mandado no colaborar a la hora de dar relevos. Quería cazar a Hindley, que iba por delante.

Mientas a Ciccone le decían que no por el pinganillo, Hindley, desbocado, no era capaz de entender nada de lo que le decían desde el coche. Porque ahí también estaban desatados y solo le berreaban por la oreja. Todo era caos a su alrededor. Los espectadores gritaban y encendían bengalas y él volaba hacía la meta.

Fotografía: Dan King

El italiano finalmente quedó segundo de la etapa, liderando su grupo de apenas cuatro corredores con Gall, Buchmann y Vingegaard. Cuando pudo hablar con el equipo, todo se ordenó. "Ha sido un error de comunicación, porque en la pizarra de la moto leí que estábamos a 25 segundos de Hindley, cuando en realidad era la diferencia con Félix Gall [que estaba todavía entremedio de una fuga anterior]. Creyendo que la brecha era tan pequeña, pensé que podría colaborar con Vingegaard, sin embargo, el equipo me detuvo con razón, porque sabían que eran más de 25 segundos y no tenía sentido". Asi se expresó Ciccone en la RAI, cuando las pulsaciones ya había bajado, donde también reiteró que el líder del equipo para la general es otro danés, Mattias Skjelmose que se coloca octavo en la general.

Bendita inconsciencia - Etapa 6

Este Tour de Francia es una maravilla, y tan solo estamos en la sexta etapa. Pero esta nueva generación de ciclistas, con Tadej Pogačar y Jonas Vingegaard a la cabeza, no entienden el significado de la palabra conservar. Bendito “desconocimiento”. Cualquier día puede ser una buena oportunidad para limar una pequeña (o gran) diferencia. Los Pirineos se han convertido en el escenario perfecto de una obra de dos actos para recordar. Hoy el turno ha sido para el esloveno, que en Cauterets-Cambasque se ha repuesto del duro golpe que le asestó el danés en la rampas de Marie Blanque en el día de ayer y ha confirmado que el Tour está muy vivo. También que la lucha por el maillot amarillo es cosa de dos.

Fotografía: Charly López / A.S.O.

El ciclista del UAE Team Emirates ha logrado su décima victoria en la ronda gala y la cara de extenuación en Laruns, donde llegó al límite, se ha transformado en una enorme sonrisa en Cauterets. Incluso se atrevía a bromear con el récord de triunfos en el Tour: “Voy a por ti, Mark [Cavendish]”. Una pequeña mueca que indica que el ánimo de Pogačar ha aumentado tras soltar a Vingegaard a 3 kilómetros de la meta y recuperar 28 segundos. El danés es el nuevo líder, pero la diferencia con el esloveno es ahora de tan solo 25 segundos a pesar de haber dinamitado la etapa junto a su equipo en el Col du Tourmalet.

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La actitud y la ambición del Jumbo Visma, y de Vingegaard, era clara: probar si a Pogačar, definitivamente, se le estaba atragantando el primer bloque de montaña. La estrategia, aunque a veces confusa, ha sido impecable, apareciendo y desapareciendo de cabeza del pelotón como el Guadiana. Por delante se ha marchado Wout van Aert en una fuga formada por nombres ilustres como Mathieu van der Poel, Julian Alaphilippe, Michal Kwiatkowski, Kasper Asgreen, Ruben Guerreiro, Neilson Powless, etc. El objetivo del belga era mantener la diferencia estable cuando su equipo apretara por detrás.

Fotografía: Jumvo-Visma

Y lo han hecho en dos ocasiones. Primero en el Col d’Aspin y posteriormente en la base del Tourmalet. Por delante Van Aert asumía la responsabilidad de la fuga en lo que parecía un pulso contra su propio equipo. Pero la directriz era que conectase con Vingegaard en la cima y hacer de enlace hasta el puerto final. El ritmo desbocado ha llegado a partir de La Mongie. Tan solo Pogačar ha podido soldarse a la rueda de los Jumbo, y por unos metros también un Jai Hindley que finalmente ha visto volar el maillot amarillo en una jornada en la que el Tourmalet ha recuperado su esencia decisiva.

El plan de Jumbo fue perfecto, pero no funcionó. Pogačar, muy aislado, esta vez sí resistió. No fue fácil a tenor de las imágenes del esloveno con la cara casi descompuesta durante el descenso del coloso pirenaico, pero en Cauterets completó su particular venganza.

Aerolíneas Philipsen - Etapa 7

Sin sorpresas. El desenlace de la séptima etapa en Burdeos ha seguido el guion de las dos volatas previas en este Tour de Francia y la victoria ha sido para… ¡Bingo! Sí, Jasper Philipsen. El belga continúa intratable en las llegadas al esprint, suma su tercer triunfo —el quinto en todas sus participaciones— y se afianza como líder del atenuado maillot verde. Lo cierto es que la imagen alzando los brazos con la nueva prenda de la regularidad ha perdido cierto encanto. Componente estético a parte, Philipsen se ha zafado de sus rivales con una facilidad pasmosa, no exenta de polémica por un nuevo movimiento al límite en el que cierra a Biniam Girmay. Tampoco ha sido el lanzamiento más preciso de Alpecin-Deceuninck.

Fotografía: Sprint Cycling

El enrevesado final no ha facilitado el trabajo en equipo. Ha sido una llegada extraña, compleja, confusa y desordenada que rozó el caos. Burdeos no fue la ciudad de las amplias avenidas que la caracterizan, sino la de la carretera estrecha, los badenes, los giros bruscos, las isletas… Incluso se ha percibido cómo los ciclistas han afrontado los últimos kilómetros con cierto respeto, dentro de la tensión intrínseca de un final de etapa al esprint.

Entre todo ese descontrol, el que ha intentado pescar en río revuelto ha sido el británico Mark Cavendish, que por un momento coqueteó con superar el récord de victorias en el Tour de Francia que comparte con Eddy Merckx (34). El veterano sprinter del Astana-Qazaqstan ha anticipado, quizá de manera precipitada, y ha soñado con la posibilidad de repetir la jugada que completó en la última etapa del pasado Giro d’Italia. Tendrá que esperar para actualizar su marcador particular. Mientras lanzaba la bicicleta ha girado la cabeza a la izquierda y ha visto incrédulo cómo le superaba Jasper Philipsen como un auténtico avión.

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Y la fuga… ¡Ay la fuga! Otra de las lecturas que nos deja una jornada como la de hoy es que comienza a ser una tónica habitual, casi grosera, el desprecio de algunos equipos por intentar ser protagonistas en este tipo de etapas. Un desencajado Simon Guglielmi (Arkéa-Samsic) miraba atónito cómo poco a poco Mathieu Burgaudeau (TotalEnergies), Jonas Abrahamsen (Uno-X) y Nelson Oliveira (Movistar Team) le dejaban solo en cabeza en los primeros compases del día. No era el terreno idóneo, cierto, pero el contraataque de Pierre Latour (TotalEnergies) y Nans Peters (AG2R-Citroën) ha demostrado que el viento a favor de la parte final podría haber puesto en aprietos al pelotón si el grupo fuera numeroso. Oportunidad perdida (otra más) para muchos, y las etapas van cayendo como una losa.

Tensión, fatiga y una caída amarga - Etapa 8

Agónico. Esa palabra define de manera precisa cómo ha sido el esprint en Limoges que ha coronado al danés Mads Pedersen en la octava etapa del Tour de Francia. El ácido láctico se ha apoderado de las piernas del ciclista del Lidl-Trek en una volata muy larga, cuesta arriba y en la que la meta parecía no llegar nunca. “Estuve a nada de sentarme en los últimos 50 metros”, decía Pedersen en la antesala del podio. Pero ha sido capaz de prolongar ese sufrimiento y evitar así la cuarta victoria de Jasper Philipsen. El belga no es imbatible aunque esta primera semana de carrera haya sugerido lo contrario.

Fotografía: Alex Whitehead / SWPix

Ha sido el mejor esprint hasta la fecha. Un duelo en paralelo limpio entre Pedersen y Philipsen que el danés ha podido sostener durante más de 200 metros para cosechar su segundo triunfo de etapa en la ronda gala tras culminar una brillante fuga en 2022. Los directores del Lidl-Trek han enloquecido por radio. Era el día marcado en rojo y todas las piezas han funcionado como un engranaje perfecto. Desde Juanpe López y Giulio Ciccone trabajando en la zona de repechos para reducir la diferencia de la fuga hasta Alex Kirsch y Jasper Stuyven situando a Pedersen en la mejor posición en los kilómetros finales.

Rompiendo el binomio de cabeza, en plena línea de meta ha aparecido casi por sorpresa el reconocible casco Red Bull de Wout van Aert (3º). El ciclista de Jumbo-Visma venía remontando después de perder la mejor colocación en un inteligente, aunque efímero, lanzamiento de Mathieu van der Poel para Philipsen. Al de Alpecin-Deceuninck le ha faltado, en esta ocasión, sostener su enorme explosividad en una llegada algo ondulada.

Quizá la fatiga comienza a hacer mella en esta octava etapa en las puertas del Macizo Central que ha sido dura, con mucha velocidad desde el inicio y un terreno final correoso. Pero si una circunstancia ha marcado la jornada han sido las caídas. A veces el destino es caprichoso y si ayer Mark Cavendish soñaba con el récord, hoy se ha tenido que despedir de él de manera definitiva a causa de una caída. “Es una mierda, la verdad”, se lamentaba David de la Cruz en meta. “Mark era el líder del equipo y teníamos muchas esperanzas puestas en que consiguiera una victoria de etapa. Ayer estuvo súper cerca”.

Fotografía: Sprint Cycling

También se fueron al suelo Simon Yates y Mikel Landa, que cedieron 47 segundos y auparon a Carlos Rodríguez a la cuarta plaza. Etapa de fatiga acumulada, desgaste y tensión, y el Puy de Dôme ya asoma en el horizonte.

Cuatro kilómetros de silencio - Etapa 9

"No tenía referencias porque la radio no funcionaba. Solo había una moto que iba indicando la distancia. Primero era 1 minuto, luego 40 segundo, luego 35. Esa fue la última referencia. Cuando quedaba 1 kilómetro estaba ya vacío, así que cuando vi que Michel había llegado hasta mí, fue como una sorpresa, pero ya no pude hacer nada". Así contaba Matteo Jorgenson (Movistar Team) cómo ha vivido el último tramo de ascensión al Puy de Dôme, que regresaba al Tour de Francia después de treinta y cinco años.

Fotografía: Getty Images

Empezó a subir el coloso del día con una ventaia de 1'05" sobre un trio perseguidor formado por Neilson Powless, Matej Mohoric y Mathieu Burgaudeau, que habían conseguido formar la fuga de la fuga del día. Ahí también estuvo durante muchos minutos David de la Cruz, pero quedó descolgado a causa de una desafortunada avería mecánica que le obligó a cambiar de bicicleta.

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Viendo la entereza y convencimiento con la que Jorgenson pedaleaba —estuvo escapado durante 47 kilómetros— nada hacía sospechar que algunos de los perseguidores pudieran alcanzarle, pero desde atrás la cosas se estaban moviendo. Mohoric había conseguido distanciarse de Powless, Woods y Burgaudeau. Sin embargo, el canadiense del Israel-Premier Tech, que había mantenido perfil bajo durante todo el día, impuso una marcheta que poco a poco fue limado diferencias en el tramo más complicado. Primero ha alcanzado a Mohric y luego se fue a por Jorgenson hasta que lo ha cazado a falta de 400 m
para la meta.



Quizás la clave ha sido la gestión personal en esos últimos 4 km de ascensión con una media del 12% en los que no había público y no funcionaban los pinganillos. De golpe, los ciclistas entraban en una dimensión en la que imperaba el silencio. Entonces, uno se encontraba, de golpe, con uno mismo. «Si, ese silencio de los últimos kilómetros... Solo me oía a mí mismo sufrir, solo oía mis pensamientos —contaba Woods en meta—, y tenía que recuperar el tiempo que tenía perdido con respecto a Jorgenson».

Mientras el americano del Movistar se desfondaba en ese silencio, Woods se iba creciendo poco a poco. "¡Ojalá hubiera tenido una estrategia y todo eso hubiera estado planeado! Lo único que quería era darlo todo para poder sentirme orgulloso, aseguraba el canadiense, a quien entrevistamos en profundidad para el número 30 de la revista VOLATA.

Fotografía: Charly López / A.S.O.

Fue también en ese espacio de silencio cuando, minutos más tarde, entre los favoritos para la general se desataron los hachazos. Pogačar se vio fuerte y lanzó un ataque a Vingegaard en el último 1,5 km que consiguió rascarle 7" más al danés en meta. "Fue su decisión", aseguró luego el director del UAE Team Emirates, Joxean Matxin. Sin ruido a su alrededor y sin pinganillo, el esloveno tomó las riendas.

Imagen de cabecera: Pauline Ballet / A.S.O.

 

2023 Tour de France Texto: Equipo VOLATA Tour de Francia Tour de Francia 2023

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