Anna Ramírez: "El ciclismo es un deporte de mujeres, solo nos falta un empujoncito"

Anna Ramírez: "El ciclismo es un deporte de mujeres, solo nos falta un empujoncito"

Presta poca atención a los trofeos que ha ido acumulando a lo largo de su vida, como los de las cuatro Titan Desert que guarda en su casa. También recuerda con exagerada naturalidad que ella participó en el Tour de Francia, antes de que ASO lo convirtiera en un fenómeno global. Resiguiendo los recuerdos de Anna Ramírez Bauxell (Vic, 1981), analizamos los últimos veinte años de ciclismo femenino y de la situación de la mujer en este deporte. 

Fotos: Tomás Montes Texto: Isaac Vilalta

¿Tienes la sensación de haber nacido en una época equivocada?

Sí, sí, totalmente, nací veinte años antes. Ahora mismo me gustaría tener veinte años y poder vivir todo lo que tienen las chicas actualmente. A pesar de que todavía no está todo hecho, están viviendo una época muy buena. Pero bueno, alguien tenía que nacer antes, ¿no?

Y pagar el peaje.

Exacto. A veces pienso que si tuviese veinte años menos, pues igual podría estar aquí o allí, disfrutando de todo. Eh, que ya lo disfrutamos en nuestra época, y estuvo muy bien, pero sí que tengo esta sensación…

¿Quiénes erais en aquella época?

Estábamos Marta Vilajosana, yo, y… bueno, había muchas chicas que se quedaron por el camino. Recuerdo a Montse Alonso, y otras muy buenas a nivel nacional e internacional, como Maribel Moreno o Patricia Roel, que lo dejó en seguida cuando pasó al campo profesional. De catalanas, había otras a las que también les gustaba competir, pero algunas lo hacían en BTT, sobre todo cuando veían el panorama en carretera. Y aquí me gustaría hacer un inciso: el ciclismo de carretera es un deporte antiguo y hay mucho machismo, con mucho trabajo por hacer. En cambio, en deportes modernos como el triatlón, la BTT o la maratón-BTT, han nacido ya con la psicología de la mujer, con todos los derechos que tenemos a día de hoy. Y eso hace que ahí la igualdad cueste menos.

Tanto Marta como tú, pudisteis ir a Italia a correr. ¿Fue como descubrir mundo?

Sí, totalmente. Además, yo acababa de cumplir dieciocho años. Marta [Vilajosana] recibió una oferta de un equipo italiano. Nos vieron a las dos en un Tour de Francia, creo que en la edición de 2001. Ellos querían chicas para trabajar para la líder que ya tenían. Marta iba muy bien, en su línea de siempre, y como nos vieron a las dos, nos ficharon juntas. Al poco tiempo también llegó una chica gallega, Patricia Roel, para reforzar el equipo. En un principio vas ahí un poco a ver qué pasa, con mucha ilusión por ser ciclista, a pesar de que el sueldo era bajo. Pero era un sueldo y esto nos convertía en privilegiadas.

¿Abristeis camino en Italia?

No, hubo el precedente de Fátima Blázquez, que estaba en el Alfa Lum, y ya cobraba algo. Y también estaba Joane Somarriba. Eran los dos referentes de chicas españolas, y cuando veías cómo andaban ellas y todo lo que podían llegar a conseguir, a nosotros nos contagiaba muchas ganas e ilusión.

En ese momento, había muchas carreras en Italia, pero el Giro era el gran referente. ¿Teníais una motivación especial por correrlo?

Sí, sí, y, además, en aquel equipo en seguida nos ofrecieron correr no solo el Giro, si no también la Copa del Mundo. En esa época, se disputaba ya la Milán-Sanremo, que ahora se ha recuperado, la Amstel Gold Race, la Flecha Valona… La Roubaix no, pero había grandes carreras que nos ofrecieron poder correr rápidamente. Y claro, de pasar a correr Copa de España, en que eramos treinta o o cuarenta chicas, y dominar la carrera fácilmente, a grupos de ciento veinte a ciento cuarenta y con un ritmo mucho más alto, siendo pruebas de la Copa del Mundo, y para chicas tan jóvenes… Bueno, para todas las que estábamos allá, aquello era espectacular.

Ahora vemos que entre las carreras masculinas y las femeninas, tácticamente, hay muchas diferencias. ¿Y como era aquel ciclismo?

Esto es, justamente, el quid de la cuestión. La gente, a veces espera que el ciclismo femenino sea igual que el masculino y son deportes completamente diferentes. Incluso tenemos recorridos diferentes. Es que el cuerpo de las chicas que competimos es diferente al de los chicos. No solemos tener puertos de veinte kilómetros encadenados por lo que el cuerpo de una chica fina nos va a valer muy pocas veces, por lo tanto, las chicas acostumbramos a ser más potentes. En mi época, el ciclismo era muy similar al actual, también corríamos seis chicas por equipo, y participábamos el mismo número de equipos, muchos menos que los chicos. Entonces, el pelotón era más pequeño, y en cada equipo había una corredora que era la mejor, y, del resto, pues igual dos podían estar con su líder y, del resto, una había pinchado, otra igual se había caído y otra no estaba en forma suficiente. ¿Qué pasaba? Que te quedabas con dos chicas y la líder, y tácticamente podías jugar poco. Muy similar al ciclismo actual, cuando veo carreras me acuerdo perfectamente de mi época.

Anna Ramírez atendió a VOLATA en su casa, vestida para salir a entrenar justo después de la conversación

En la actualidad algunas voces sostienen que hay que reivindicar una igualdad total respecto al número de etapas, kilometrajes y dificultades mientras que otras, como es el caso de Annemiek van Vleuten, defienden que hay que ir paso a paso, que las competiciones femeninas tienen que adaptarse a las características de las mujeres. ¿Qué piensas tú?

Estoy de acuerdo en que, hagan lo que hagan, se debe hacer de forma progresiva, eso sí. Las mujeres somos capaces de disputar un Tour de veintiún días.

En Estados Unidos se celebró durante años la Ore-Ida, una prueba femenina por etapas que era tan dura que la UCI no se atrevió a homologarla. 

Exacto. Somos capaces de hacer lo mismo que los hombres pero, como es cierto que hay una diferencia física, vamos más lentas. Pero esto, televisivamente, no se percibe. También es cierto que vamos más lentas, porque los pelotones son más pequeños y, en consecuencia, hay menos gente para tirar. En un pelotón de ciento ochenta corredoras, la velocidad media cambiaría. Pero el espectáculo no cambiaría.

Claro.

Lo que sí es cierto es que ahora las chicas que suben a profesionales tienen unas características determinadas, porque las carreras son de un kilometraje concreto. ¿Qué pasaría si de golpe lo cambiamos todo: kilometraje, terreno…? Pues que el pelotón femenino quedaría descolocado. Tenemos que cambiar de forma progresiva si queremos llegar al mismo formato que las competiciones masculinas. Si lo que interesa al público y a los espónsors es asemejarnos a los chicos, pues cambiamos, me parece bien. Pero progresivamente.

¿Tuviste directoras deportivas?

Sí, Gabriella Pregnolato, por ejemplo. Eran chicas que en su momento ya habían competido. Doris Ruano, también, o Marta Vilajosana, que también fue directora de la selección catalana.

Ramírez se proclamó Campeona de Europa de ultramaratón en 2021 (arriba / Foto: Ciclisme.cat) / La catalana también fue Campeona de España en ciclismo en ruta en 2014 (abajo / Foto: RFEC)

En la actualidad tampoco son mayoría.

Hay pocas, pero cada vez más, como Carmen Small, Giorgia Bronzini, Anna van der Breggen, Ina-Yoko Teuntenberg, que corría en mí época...

Y este 2022, Cherie Pridham ha dirigido el equipo masculino del Lotto Soudal y ya antes se convirtió en la primera mujer directora en el circuito masculino...

Los equipos femeninos, históricamente, han cogido lo que les venía, y muchas veces era gente que no se adaptaba a los equipos masculinos. Entonces, ¿qué pasaba? Cuando una mujer acababa su carrera como ciclista, y digo carrera entre comillas porque a duras penas había podido ser profesional, tenía que dedicarse a buscar trabajo o a formar una familia. Y por eso dejaba de lado toda la formación para ser directora. Pero ahora vemos que es posible, que puedes invertir tu esfuerzo y dinero en hacerte directora porque, además, podrás vivir de eso. Ahora tenemos la oportunidad, podemos dedicarnos a hacer el curso y meternos en este circo. Es que antes no podías ni planteártelo, no podías perder más tiempo de tu vida. Te retirabas con 30 años, y no tenías estudios acabados, no tenías un trabajo, e igual querías tener hijos.

En cualquier caso, es importante que haya mujeres directoras, no sólo por una cuestión de oportunidades, sino por lo que esto representa para las propias corredoras…

Sí, podríamos hablar de problemas invisibles. En cuestiones físicas, por ejemplo, un hombre puede que no entienda que a una mujer le afecte más o menos tener la regla. Y además existe la cuestión psicológica. Es que este es un deporte muy mental, también vemos cómo a los hombres les afecta mucho la presión cuando compiten bajo determinadas situaciones. Pues, es muy interesante la psicología femenina, las chicas somos muy profesionales, todo este rollo de que nos discutimos, que entre nosotras hay no sé qué… Todo esto no existe.

Ramírez en la presentación de la Flecha Valona 2014 como integrante el Bizkaia Durango.

Bueno, pasará como con los hombres, ¿no?

Exacto. Puede ser que existan problemas en equipos amateurs pero en profesionales, no pasan estas tonterías. El ciclismo te da una disciplina muy grande en este sentido. Igual pasa con los chicos, a profesionales llega muy poca gente problemática. Quizás algún fuera de serie… Los ciclistas tienen que ser gente sumisa, que acate órdenes, que sepan trabajar para otros, que se sacrifiquen, que renuncien a sus aspiraciones personales… Gente muy constante.

Sin desmerecer los logros conseguidos por tu generación, ¿tienes la sensación de que ahora hay un boom de ciclistas catalanas?

Sí, sí, aunque está costando, porque muchas de estas chicas vienen directamente del cicloturismo o de otros deportes y lo bonito sería que subieran desde las escuelas de ciclismo, que de pequeñas aprendieran el oficio y no tuviesen que esperar tanto tiempo para volar. Es bueno que Mireia Benito vaya a otro equipo [N. de la Ed.: ha fichado por dos temporadas con el AG Insurance-NXTG Team], porque hará cosas diferentes, aprenderá mucho más. Ella sí que lleva muchos años aquí, pero hay otras chicas que vienen de otros deportes y cuando llegan a la competición, no se adaptan del todo bien. Y tiene mucho valor lo que hacen pero llegan tarde. Ojalá que lleguen más y en todas las categorías. Ahora, Sandra Santanyes [N.del A.: exciclista de BTT, carretera, ciclocross] está trabajando en un equipo máster, que hasta ahora había muchos equipos máster masculinos y, por fin, también habrá uno de chicas.

Hablas de la importancia de las escuelas de ciclismo. Tú misma estás trabajando en la escuela de Josep Jufré, en Vic. ¿Qué ves ahí y qué perspectivas de futuro te transmite?

A las niñas les cuesta. El porcentaje de niñas que se apuntan a la bici comparado con el de los niños es muy bajo. Y si, de estos niños, solo un 10% llegarán a competir y solo un 1% tendrá un nivel alto o por lo menos llegará a amateur, ya te imaginas que puede pasar con las niñas. Falta es mucha pedagogía entre los padres, que vean el ciclismo como un deporte también para sus hijas, que les puede gustar mucho y que es un deporte de mujeres. Yo siempre he defendido que el ciclismo es un deporte de mujeres, porque es como meditar, cuando vas en bici estás contigo misma, notas tu cuerpo y tus sensaciones. Es como muy íntimo. Y lo que nos falta es un empujoncito.

En la temporada 2014, la catalana disputó varias competiciones internacionales con los colores del Bizkaia Durango, como la Bira (arriba) / Ramírez disputando la edición 2022 de la Skoda Titan Desert en Marruecos (abajo)

¿Te sientes un referente?

Sí, con las niñas, sí. Me preguntan por la Titan también.

Claro, ¡la Titan Desert!

Cuando me retiré de la carretera me dediqué a la BTT de forma lúdica, aunque es algo que se me da bien. Además, la Titan se ha vuelto muy mediática, llega a mucha gente. Las niñas siempre me preguntan, “¿cómo lo conseguiste?”. Y, además, ahora estoy metida en un nuevo grupo de cicloturismo de chicas. Es un grupo exclusivo solo para mujeres que han empezado de cero, y aún no controlan ir por carretera, dar relevos… Para nada es competitivo, pero sí que es cierto que han adquirido un nivel para salir a hacer rutas con una metodología ciclista excelente. Lo que es el idioma ciclista, vamos: circular con seguridad, sin molestar, sin sobresaltos… Es fantástico poder ayudar a este grupo de personas, porque, al final, también son madres que tienen hijas en la escuela y de esta forma, ella ven a sus madres que salen el fin de semana en bici con las amigas. La visibilidad que nos da todo esto es fantástica aunque cuando nos pasa un coche, todavía hay veces que tenemos que aguantar el comentario de “anda, todo chicas”. Hasta que no eliminemos esto, tienen que salir muchos grupos de mujeres, da igual la categoría que sea.

¿Y qué descubren estas mujeres al salir en bici?

¡Les encanta! Les sirve para desconectar, para tener su espacio… Somos todas diferentes, pero es que nos llevamos muy bien. Somos de edades diferentes, profesiones diferentes, personalidades diferentes… El ciclismo nos une. Y esto lo ven, es muy enriquecedor, porque aprendemos a quitarnos manías, y a decir, “eh, no frenes de golpe” o “ostras, señaliza el bache”. Son cosas que al principio les costaba un poco, pero ahora parece que están más sueltas, hemos ganado confianza como grupo, y también cada una en sí misma. Cuando hacemos una ruta larga, llegan satisfechas y ven que pueden confiar en sus posibilidades. A veces, incluso hacemos clases de técnica y les comento detalles, y vés como cada vez se esfuerzan más. Todo esto les hace ganar autoconfianza a pesar de tener que aguantar algún comentario machista.

En 2001 la selección catalana disputó el Tour de Francia con un equipo muy joven y ambicioso con corredoras como Vilajosana, Ramírez, Santayes y Alonso (foto: Ciclisme.cat)

Este 2022 ha vuelto el Tour de Francia, reivindicado desde ASO como una edición novedosa. Tú ya lo habías disputado años atrás, ¿cómo era aquel Tour?

Es el primer Tour con esta organización, cierto. En mi caso, lo disputé en 2001 justamente un año en que la Federació Catalana de Ciclisme se involucró mucho en ayudar al equipo femenino y nos llevó como selección catalana. El esfuerzo que hicieron fue enorme y fuimos unos avanzados a nuestra época. Sería buenísimo que se repitiera ahora, apostaron mucho por nosotras. También es cierto que sabían que responderíamos. Salieron espónsors y fue así como pudimos disputar uno de los últimos Tour de quince días. Éramos muy jóvenes, con dieciocho años recién cumplidos y no sabíamos lo que nos esperaba. Ya habíamos disputado algunas carreras en Francia, también con la Selección catalana, que nos ayudaba y nos buscaba carreras fuera de aquí. Pero claro, quince días son muchos y la verdad es que aprendimos muchísimo, nos fijamos en corredoras extranjeras, en las tácticas, en cómo hacer las cosas…

¿Fue duro?

Sí, porque además, en medio del Tour falleció el padre de Marta Vilajosana y tuvo que abandonar. Fue complicado, Marta era nuestro referente, la líder del equipo y, además, una amiga. Al final fue durillo, pero ahí pudimos empezar a construir la base de lo que sería nuestra carrera como ciclistas. Nos vio el equipo italiano que decidió cogernos como stagiaires a final de temporada, en la Toscana, para acabar fichándonos por nuestro buen rendimiento.

¿El Tour actual te provoca envidia sana?

Sí, sí, muchísima. Estoy muy feliz por ver que se ha recuperado esta iniciativa, y espero que dure muchos años. Además, el espectáculo fue muy bueno, una carrera muy interesantes, la seguí y estuvo muy bien.

Volviendo a la Titan Desert, tu palmarés te sitúa al nivel de los mejores de la prueba: la has ganado en cuatro ocasiones 2015, 2017, 2019 y ahora en 2022. ¿Qué representa para ti esta prueba?

En la Titan, y a nivel femenino, es cierto que hay chicas de mucho nivel, pero al final somos muy pocas, y eso la convierte en una carrera muy cerrada, con solo cuatro o cinco aspirantes que pueden ganarla. En mi caso, la Titan es una manera de sentirme activa, de sentirme todavía competitiva. Cuando voy acumulando muchos días y muchas horas de carrera, siempre me he sentido bien. En mis años de profesional, etapas de 180 kilómetros me habrían beneficiado más que no las que teníamos por entonces, que eran de unos 100 km. Como me adapto muy bien a esas distancias, la Titan me viene muy bien. Para mí es como una manera de marcarme un objetivo. Me reafirmo un poquito en lo que soy aunque, como ciclista, sé que al final esto se va a acabar, porque llegará un momento en el que no rendiré físicamente como debería. Pero por ahora me gusta y disfruto mucho preparándola, porque me siento yo misma con los entrenamientos, mis rutinas, con el hecho de encontrarme cada día mejor y conocerme mejor, también físicamente.

Entonces, ¿te quedan retos por delante?

Justo el otro día comentaba con un compañero que algún año me gustaría competir contra los chicos. Es decir, competir en una clasificación masculina. No puedo ir a ganar, evidentemente, pero intentar, pues no sé, igual estar entre los quince primeros sí que me veo, quizás en el puesto 12 o 13.

Buen objetivo.

Es cierto que en la Titan, en la competición femenina, ha experimentado un cambio muy importante. Al principio, íbamos allí y ni siquiera teníamos baños para chicas, y teníamos que compartir baños y duchas. Entonces, vieron que aquí había un nicho para ganar dinero y participantes, e hicieron los deberes. El siguiente paso es más psicológico, ya que vemos que un hombre que va a disputar la Titan puede llevar cuatro o cinco gregarios, como mínimo dos. En cambio, las chicas siempre hemos ido por libre. Ganaba quien ganaba y si te ayudaba un chico era porque le caías bien, o porque era alguien con quién coincidías siempre y te acompañaba. Pero si querías atacar en un grupo en el que había una chica, igual te seguían todos, incluida la chica. No había táctica, no podíamos jugar a las carreras.

Entonces…

Pues bien, las que vamos a disputar la general, últimamente hemos empezado a llevar gregarios y parece que esto no está bien visto. A mucha gente le parece bien que los hombres lleven gregarios, pero no que los llevemos las mujeres. ¿Por qué no puedo hacer lo mismo? No puedo llevar una chica como gregaria, porque no hay suficiente nivel, tengo que llevar un chico porque el nivel es similar. Y eso está mal visto. He llegado a escuchar comentarios, incluso de espónsors, en que dicen que no les ha gustado como ha ido la Titan porque había hombres gregarios para las chicas. Eh, que es un gregario, ¡que no me está empujando! Simplemente me está dando rueda, como pasa con los hombres. Tener gregarios no es malo y, en este sentido, ya empieza a haber este cambio de mentalidad, porque nos estamos reivindicando. Este es el cambio que está experimentando la Titan, que cada vez las mujeres nos exigimos más. ¿Quieres que gane? Pues dame las condiciones que necesito.

Fotos: Tomás Montes Texto: Isaac Vilalta


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